Qué días aquellos en que nos saludábamos con un apretón de manos, un abrazo o incluso dos besos. Ahora el miedo nos ha robado también eso –incluso el ministro de Interior alemán se atrevió a hacer una cobra a su jefa Angela Merkel cuando esta pretendía estrecharle la mano en una reunión–. Sí, saludar, ese verbo que viene del latín ‘salutare’ y que significa ‘desear salud’, también ha mutado con este maldito virus y ahora es sinónimo de ‘quitar salud’, de riesgo de contagio. Pienso en esto tras haber sido testigo en estos apenas dos días de libertad vigilada y marcada por las dichosas franjas horarias del reencuentro fortuito de amigos que tenían más de un mes –el tiempo que llevamos confinados– sin verse. La alegría que sienten es evidente, como lo es también la incomodidad que experimentan al no saber cómo enfrentarse a ese momento, una vez frenado el primer impulso que empuja inconscientemente al abrazo, que al final se queda en el aire, con ambos amigos mirándose con los brazos extendidos, sin atreverse a dar ese paso adelante que implicaría el tan temido contacto físico. A partir de entonces, surgen los saludos levantando la mano, los choques con el pie o con los codos –los más osados–, el lanzamiento de besos, incluso las reverencias y la inclinación del cuerpo… Qué triste. Mi reino por volver a los abrazos.
Mi reino por volver a los días de los abrazos
Qué días aquellos en que nos saludábamos con un apretón de manos, un abrazo o incluso dos besos
04 mayo 2020 07:00 |
Actualizado a 05 mayo 2020 18:51
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