Maixabel, gran película, gran mujer

He de confesar que siento un punto de orgullo por la cantidad de premios que ha recibido la película Maixabel y la buena acogida que ha tenido el filme. Orgullo, porque conozco a Maixabel Lasa desde que era pequeño, pues el matrimonio era amigo de la familia. Entonces tenía el pelo por la cintura y la llamábamos ‘La India’, del mismo modo que su marido, Juan Mari Jauregi, asesinado por ETA mientras desayunaba en el bar del frontón de Tolosa, era ‘El Indio’. Ya entonces era una pareja con unos principios y unos valores que les hacían admirables –yo, al menos, los admiraba–. Por eso no me sorprendió en su día la valentía y la enorme generosidad de esta mujer para ponerse cara a cara y mirar a los ojos al asesino de su esposo. Quien la conozca sabe de su amor por el País Vasco y de su lucha por la paz, su compromiso contra la desmemoria y contra el olvido que parece haberse instalado en parte de la sociedad vasca tras la desaparición de ETA. Tampoco me sorprendió su implicación en la película. Siempre ha sido una mujer fuerte. Sí, me siento orgulloso de haber conocido a Maixabel Lasa. La vi sonriente en la gala de los Goya, brillando con luz propia entre actores y directores acostumbrados a los focos. Sí, Maixabel es una gran película. Pero es, sobre todo, una gran mujer.