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La amnistía y la mayoría silenciosa y ninguneada

Parece ser que el debate de investidura que arranca hoy tiene tan poco vuelo como la fe del propio candidato Feijóo en sus posibilidades. Aun así esperemos que aclare cuál es su programa para toda España

25 septiembre 2023 19:16 | Actualizado a 26 septiembre 2023 14:00
Javier Pons
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Hoy comienza en el Congreso el debate de una incierta investidura del candidato Núñez Feijóo con la amnistía de fondo entre ruido en la calle «De ninguna manera» y silencio en los despachos. Entiendo perfectamente a quien se le remueve todo al ver cómo se está dialogando (previo a negociación) con aquellos que despreciaron a más de la mitad de población en Catalunya. Hay que volver a la segunda parte del 2017 para recordar como millones de ciudadanos fueron ninguneados e insultados a diario por aquellos que creían en una república catalana excluyente.

Las fuerzas independentistas hincharon un globo artificialmente haciendo creer a los suyos que eran mayoría en el país y que además tenían la razón de su lado. Eso llevó a una cadena de disparates que tuvieron su momento cumbre cuando al entonces President de la Generalitat Carles Puigdemont le temblaron las piernas ante los más radicales y decidió tirar por la via de la unilateralidad.

Ese momento en el que Puigdemont no atendió a las llamadas al acuerdo del lehendakari y mucho menos de Moncloa, marca el inicio de su escapada, que dura hasta el día de hoy. Mientras el resto de compañeros se quedaron a hacer frente a la situación, él creyó que su figura era un símbolo y no podía aparecer esposado rumbo a la cárcel.

Es bueno recordar aquellos momentos ahora, cuando parece que se acerca una medida de gracia que mucha parte de los ciudadanos no entienden. Porque la fractura social fue enorme aunque algunos han ‘pagado’ parcialmente el daño causado reflexionando entre rejas, otros pocos han seguido abonando el error orgullosos de lo hecho y prometiendo «ho tornarem a fer».

Por lo tanto, lo primero es reconocer el derecho a enfadarse y mucho de esa mayoría silenciosa que durante años tuvieron que soportar no ser considerados ciudadanos.

Dicho eso... parece que hay una gran parte de esa población (no toda, desde luego) que vio con buenos ojos los indultos a los principales responsables del procés y parecería estar a favor de una eventual medida de gracia más amplia en formato de amnistía. Ese segmento se estaría moviendo aproximadamente en el 60% hoy, una cifra respetable pero lejos de ser una mayoría que no puede soportar ni siquiera la idea de que Puigdemont se vaya de rositas. En Catalunya además están los resultados electorales que respaldaron claramente el pasado 23/J la estrategia normalizadora y pacificadora de Pedro Sánchez con una mayoría en el Parlament que deja blanco sobre negro el sentir de una parte importante de los ciudadanos. Ante este panorama, en Madrid hay tres posturas claramente diferenciadas:

Por un lado, los españoles que no entienden ni aceptan que un fugado de la justicia determine la gobernabilidad del país. Se sienten agraviados y consideran que una medida así desequilibra el principio de justicia para todos e igualdad entre todos los españoles.

En segundo lugar, aquella parte de la sociedad progresista que lo que privilegia es una cierta estabilidad en el camino de los avances sociales que se han conseguido y que aceptarían la amnistía y la investidura del candidato socialista aunque fuera tapándose la nariz.

Y finalmente los de «de ninguna manera» que el pasado domingo congregaron a una multitud en el centro de la capital para respaldar a sus líderes en una cruzada en la que lo que menos importa es lo que piensen y lo que les pase a los catalanes. Feijóo, Ayuso y Aznar, a los que Catalunya y sus ciudadanos les importa poco o nada (véase su representación parlamentaria) se llenan la boca defendiendo la «libertad» e «igualdad» de los españoles. Y sobre ese mensaje cabalgan contra cualquier medida que pueda favorecer un mejor clima social o un reparto equitativo de los recursos que generan los impuestos. Y chillan a favor de la «igualdad» mientras en los gobiernos autonómicos y municipales que comparten con Vox se apresuran a limitar los derechos de las minorías y atentan contra la constitución adelgazando los servicios públicos para enriquecer a los privados.

Parece ser que el debate de investidura que arranca hoy en el Congreso tiene tan poco vuelo como la fe del propio candidato Feijóo en sus posibilidades. Aun así esperemos que aclare cuál es su programa para toda España incluyendo el encaje territorial por si al final vamos a elecciones, opción que no hay que descartar.

Y es que Puigdemont comparte con esa parte de la derecha muchas cosas... aunque la principal es «cuanto peor para todos... mejor para mí».

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