Escribo estas líneas de una forma diferente hoy. Aún con lágrimas en los ojos y un tono triste y apesadumbrado tecleo estas frases en mi ordenador. Les voy a contar algo íntimo, hace unos días nos dejaba mi padre, Joan Ramon. Él era un hombre lleno de vida, un padre orgulloso de sus dos hijos y un marido excepcional. Le llenaba de satisfacción decir que era de Flix y se sentía muy ligado al río Ebre. Nació en 1950 y creció cerca de la electroquímica del municipio, en unos edificios que se llamaban El Colorato (por los colores que tenían) y que formaban parte del llamado barrio internacional. Era un barrio único en el país, ya que en sus calles había una mezcla de familias alemanas, austríacas o suizas.
Mi padre siempre me contaba lo feliz que era ese microcosmos construido a principios del siglo XX, donde vivían familias de los técnicos y trabajadores de la denominada ‘la Fábrica de Flix’. Por eso le gustaba contar anécdotas de las fiestas de Sant Jaume que se celebraban cada verano en las que actuaban artistas de gran calibre. En esa época se hablaban diversos idiomas en sus calles y muchos de los vecinos eran rubios y con ojos claros. Era un caso sin precedentes en toda Catalunya. Entonces allí vivían centenares de personas, pero ahora mismo residen unos 170 vecinos.
Pues unos días después de dejarnos mi padre, decidimos acercarnos al Barrio y volvimos a pasear por las calles donde él jugó y dónde creció. Incluso nos acercamos a la casa que lo vio nacer. Fue conmovedor. Pues curiosamente, ese recorrido lleno de nostalgia aligeró un poco el gran dolor que tenía. Yo me lo imaginé casi a mi lado contándome todo lo que pasó en esos años sesenta en esas calles. Fue un ejercicio recomendable para pasar el duelo de una forma sana, íntima y homenajeando a mi padre desde un lugar tan especial como ese.
Precisamente en este artículo les quiero hablar del duelo, algo que no es fácil de gestionar en muchas ocasiones. Se conoce este término – el duelo- como el proceso psicológico al que nos enfrentamos tras las pérdidas de un familiar o amigo y que es algo que todos viviremos a lo largo de nuestras vidas. ¿Pero qué podemos hacer para superar esta etapa tan difícil? Pues los especialistas creen que lo ideal es tener un buen descanso y una buena nutrición. También es importante contar con el apoyo de familiares y amigos. Decisivo es hacer ejercicio, caminatas, e intentar tener rutinas para pensar también en más temas durante el día. Pero a la vez es vital compartir recuerdos sobre tu ser querido. Esto puede ayudarte a sentirte más cerca de él y también aliviar tu dolor.
El luto se manifiesta de muchas formas, pero la más clara y evidente es con la ropa de los familiares. En nuestro país el color negro es el color oficial del luto y no cabe la posibilidad de que otro color lo sustituya. En cambio, el Blanco es el símbolo de Pureza en el luto en China y la India. De hecho, en algunas tradiciones asiáticas, los familiares del difunto visten ropa blanca durante los ritos y ceremonias y también durante el período de duelo destacando la dualidad de la vida y la muerte. En Sudáfrica, el color rojo adquiere un significado especial en el contexto del luto, mientras que En Siria el color del luto es el azul cielo, y en Egipto el color elegido culturalmente es el naranja.
Y no solo eso, también la forma de encarar el duelo cambia según cada cultura. En Japón, por ejemplo, lo llevan por dentro. No lo expresan en público. Creen que si lo expresan sobrecargan al que está al lado, que ya está sufriendo mucho, y por eso lo evitan constantemente. Curiosamente, en los países latinos se ve de forma muy diferente. Los latinos expresan de forma muy espontánea y sincera el dolor y, por tanto, el luto es más evidente y claro. De hecho los psicólogos advierten que es fundamental y muy importante expresar las emociones, por ejemplo a través de las lágrimas. El objetivo es pasarlo de la forma más correcta posible y recordar siempre con amor la persona que nos ha dejado. Esto es lo más humano para que la paz vuelva a nuestra alma.