Hay conversaciones que se te quedan grabadas en la memoria y no sabes bien por qué. Esta es una de ellas: «Los francotiradores estaban apostados a este lado de la avenida. Sólo recuerdo conducir a más de 150km/h por aquí con las ventanas bajadas porque, si te disparaban, era más probable que tuvieras heridas por los trozos de cristal que saltaban cuando la bala hacía añicos la ventana que por el propio proyectil», me explicaba John Daniszewski en el taxi que compartíamos camino al hotel desde el aeropuerto.
Era la primera vez en 30 años que Daniszewski, ahora vicepresidente de Associated Press, visitaba Sarajevo. Su última visita fue en 1994. La ciudad estaba sitiada por las fuerzas Serbias y la avenida por la que ahora nos conducía el taxi, se la conocía entonces como Sniper Alley (la avenida de los francotiradores). Ambos nos encontrábamos allí a finales de mayo para el Congreso Mundial de la Libertad de Prensa que organiza cada año el International Press Institute (IPI) en una ciudad del mundo. La organización celebraba allí su evento más importante con el objetivo de conmemorar el sitio a Sarajevo (1992-1995), especialmente en un momento en el que parece que una parte de la población en Europa ha normalizado el tipo de discursos de carácter extremista y populista que antecedieron a la radicalización del continente europeo.
El relato de John Daniszewski fue uno entre las decenas de historias que compartieron los reporteros de guerra que se congregaron en el icónico hotel Holiday Inn, centro de operaciones para la gran mayoría de medios de comunicación durante la guerra de Bosnia-Herzegovina. El congreso no sólo ofreció una mirada al pasado si no que sirvió para analizar los desafíos que nos depara el futuro, a nosotros como ciudadanos, y a los periodistas como cronistas de los acontecimientos.
Y no se trata de un futuro muy lejano. Hoy mismo empiezan las elecciones al parlamento europeo en las que concurren, irónicamente, fuerzas políticas y movimientos radicalizados que buscan erosionar la credibilidad de las instituciones que sostienen el propio proyecto europeo. Así que en esta ‘Mirada desde Viena’ no hablaré del papel que juegan los medios de comunicación, sino de aquellos que quieren impedir que los medios de comunicación jueguen papel alguno en estas elecciones. Por ejemplo, los periodistas de las distintas televisiones públicas de Alemania son objeto de continuas campañas de descrédito y amenazas por grupos neonazis cada vez más organizados que recurren a las redes sociales para intimidar a los reporteros y presentadores de informativos. Un fenómeno que ya ocurría hace años pero que se acentúa en periodos electorales. Lo mismo sucede en Croacia, donde verificadores y periodistas de medios independientes se encuentran cada vez más entre las cuerdas. De hecho, un medio de comunicación se ha visto obligado a trasladar sus oficinas a una ubicación confidencial ante la proliferación de amenazas. El país está inmerso en lo que se conoce como ‘año súper-electoral’, es decir todas las elecciones (municipales, parlamentarias, presidenciales y europeas) concurren en 2024. Rumanía es el otro país europeo en año súper-electoral y cuya creciente red de blogs, canales de Telegram y páginas de Facebook que distribuyen contenido violento contra los medios y sus periodistas ha obligado a varias organizaciones europeas en defensa por la libertad de prensa a poner el foco en Bucarest.
El grupo de periodistas que formamos parte del proyecto ‘Decoding the Disinformation Playbook’ que lidera el IPI llevamos meses analizando la anatomía de estas campañas de violencia en estos y otros países de Europa. A lo largo de estos meses, hemos observado como la gran mayoría de estas campañas proliferan al cobijo de discursos populistas que apelan cada vez más al miedo de los ciudadanos y menos a la razón. Me explicaba un periodista de Italia que buena parte de la campaña política para las elecciones europeas del partido de la primera ministra Giorgia Meloni se ha centrado en los eslóganes ‘si no te gusta X, vota Giorgia’ o ‘si no te gusta Y, vota Giorgia’, sin más.
Nos jugamos mucho en Europa en estas elecciones. Son el primer gran asalto contra los valores democráticos que sustentan sus instituciones. El segundo, nos espera en noviembre en Estados Unidos.