En el convulso otoño de 2017, cuando los acontecimientos y su tratamiento informativo desbordaban esa referencia habitual que es la línea editorial de un periódico, Luis Sánchez-Friera convocó al equipo directivo y nos dio una instrucción sobre cómo gestionar la tesitura: «Nuestra labor en el ‘Diari’ debe servir para dejar esta sociedad algo mejor de lo que la encontramos, y desde luego no contribuir a empeorarla».
Recuerdo la frase porque no era L.S.-F. muy dado a expresar ideas o pensamientos que fuesen más allá de los relacionados directamente con el posicionamiento del ‘Diari’ en algún asunto concreto o con la gestión de la empresa –una empresa que preservó como familiar–. Creo que esa reserva era también la armadura con la que protegía su independencia personal y, por ende y sobre todo, la de su periódico, que fue su principio más irrenunciable como editor. Y lo aplicaba, eso sí, a su manera, como diría Frank Sinatra.
Tuve la suerte de formar parte del equipo fundacional del suplemento Economía & Negocios, su proyecto más personal. Fuimos el primer diario provincial de todo el Estado que ofreció este producto y sus redactores podíamos presumir de tratar directamente con un editor que ya empezaba a tener fama de ser uno de los personajes más influyentes y menos conocidos de Tarragona. Sospecho que esa leyenda nunca le disgustó, o incluso la cultivó.
Durante 40 años, gracias al liderazgo del ‘Diari’ y a los vaivenes de todos sus competidores, fue el único ocupante permanente de la atalaya de la comunicación, desde la que conoció y trató a los máximos representantes del poder político, económico y social de Tarragona. Sus memorias habrían sido impagables.