Acabamos de celebrar la tradicional y magnifica Diada de Sant Jordi, que vivimos de forma masiva y amable (aunque cada vez está mas secuestrada por el secesionismo) todos los tarragonins, y en nuestra ciudad deberíamos estar celebrando estos días también la popular Feria de Abril de Bonavista. Pero, este año gracias al nacionalista equipo de gobierno municipal presidido por el Sr. Ricomà, no habrá en Tarragona celebración de esta emblemática feria. Que en estos días entorno al 1º de mayo, se venía celebrando de forma consolidada en el populoso barrio de Bonavista, y más concretamente en la gran explanada de su mercadillo dominical, desde el año 1990, es decir, que cumpliría este año su 32 aniversario (si dejamos al margen los dos últimos años que no se celebró a causa de la pandemia).
Por hacer un poco de historia, este tipo de ferias, si nos remontamos un poco en el tiempo, tienen su origen en las antiguas ferias de ganado que se celebraban en muchos pueblos del sur de España. En nuestro caso y en el de Barcelona (donde acuden cientos de miles de personas) la celebran de una forma muy especial los andaluces y extremeños (aunque no solo estos) que llegaron a nuestras comarcas entre mediados de los años 50 y mediados de los 70, atraídos por unas mejores oportunidades de trabajo. Respecto a esto último, conviene recordar que en aquellos años el tan denostado régimen de Franco favoreció claramente a la industria catalana, muy por encima de otras muchas regiones españolas; ciñéndonos solo a Tarragona, en aquellos años se construyeron: la Universidad Laboral, la Ciudad Residencial, el más importante complejo petro-químico de España, las centrales nucleares de Vandellòs y Ascó, por no hablar del gran desarrollo del turismo en nuestras comarcas. A la muerte de Franco en 1975, Cataluña tenía una infraestructura de transporte muy por encima de la media española, con el 6,3% del territorio nacional, contaba con el 45,5% de kilómetros de autopista. Pues bien, todos aquellos hombres y mujeres llegados entonces a Cataluña procedentes mayoritariamente del sur de España y sus descendientes, en su inmensa mayoría, se sienten además de catalanes, también andaluces y españoles, siendo capaces de armonizar perfectamente esas realidades y así cada año en la Feria de Abril, en la Romería del Rocío o incluso en la singular celebración de la procesión del Viernes Santo en Bonavista ( con sus saetas), evocan y expresan sus tradiciones y sus raíces; sin exaltación, sin exclusiones, con espontaneidad. Como un valor positivo y garantía democrática de convivencia, dado que todo forma parte de la rica y plural cultura española.
Sr. Ricomà, no se celebrará esta emblemática feria
Pero en Cataluña el nacionalismo, siguiendo su totalitaria doctrina oficial, lleva décadas ninguneando y empeñado en acabar con esta rica pluralidad. Imponiendo, a pesar de leyes y sentencias judiciales, una única lengua y una única cultura a la que ellos denominan como propias, sobre otras a las que denominan como impropias. Discriminando y dividiendo a los ciudadanos en función de su lengua y cultura de origen. Situando en la práctica, como mínimo, a la mitad de la población como ciudadanos de segunda. Y esto lo hacen desde la más tierna infancia, tratando de imponerlo en unas escuelas convertidas en una especie de madrasas controladas por el nacionalismo. Desde su totalitarismo, pretenden que nos avergoncemos y rechacemos el uso de la lengua común española y de la celebración de ciertas expresiones culturales, pues el nacionalismo siempre lo ha visto como una dañina piedra en el zapato de la «construcció nacional». Aunque coyunturalmente lo hayan podido tolerar por razones meramente electorales.
En este sentido, conviene recordar también lo que escribió el gran gurú del nacionalismo, Jordi Pujol i Soley, en su libro La immigració: problema i esperança de Catalunya, 1976 donde dice: «El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido [...], es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. [...] Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña». Lo que muestra, a las claras, el carácter chovinista, xenófobo y racista del nacionalismo catalán. Aunque luego Pujol, por razones electorales, no tuvo inconveniente en subvencionar la celebración de la Feria (al igual que hizo el alcalde Nadal en Tarragona) y dejarse ver por la misma, para penetrar así en sectores de la población donde su partido era residual.
En fin, volviendo al principio y a la Feria de Abril, además de las razones de carácter cultural ya expuestas, hay que tener presente que por ella (siempre que el tiempo lo permitía) solían pasar más de 30.000 personas, procedentes de toda la provincia, lo que hacía que fuera también un importante motor económico que dinamizaba y daba un poco de oxígeno al comercio y la restauración, de Bonavista y el resto de barrios de Ponent, especialmente castigados por la crisis. El principal atractivo de la Feria era la posibilidad de presenciar en directo una amplia programación de actuaciones de música y baile flamenco, así como espectáculos ecuestres. Además, se podían saborear una gran cantidad de productos típicos, pescadito frito, patatas bravas, jamón, ... que combinaban con finos, amontillados, o un buen rebujito. Ese era el ambiente que se respira en el recinto ferial, vestidos de faralaes y flores en el pelo, sombrero cordobés, sevillanas, caballos, colores y sabores al más puro estilo andaluz.
En Barcelona donde si se está celebrando la Feria con normalidad (en la explanada del Fòrum), acudió a su inauguración el presidente de la Generalitat aunque ha escondido, en parte su presencia, pues no compartió este hecho en sus redes sociales. Por su parte desde JxCat y desde entidades secesionistas como la ANC, han criticado a ERC por su presencia en la Feria y han exigido a la FECAC ( los organizadores) que por dignidad democrática deberían expulsar a VOX de la Feria, todo de lo más democrático, dicho por unos auténticos totalitarios.
Pero como decíamos, en Tarragona, después de 32 años, no podremos disfrutar este año de la entrañable y popular Feria de Abril de Bonavista. La Casa de Andalucía de Tarragona y la Asociación de Vecinos de Bonavista han responsabilizado únicamente de este hecho a Espimsa (Empresa Mercats de Tarragona ) presidida por el Sr. Nadal (Junts ) y al nacionalista equipo de gobierno municipal presidido por el Sr. Ricomà (ERC), por su dejadez y escaso interés en poner los medios necesarios para que dicha celebración tuviera lugar. En el fondo, detrás de este hecho están las razones expuestas con anterioridad. Aunque también estoy convencido de que el próximo año, que estaremos en vísperas de unas previsiblemente muy reñidas elecciones municipales, no le harán ascos a su celebración, incluso con más ostentación si cabe, todo sea para intentar arañar unos cientos de votos entre lo que ellos denominan como electorado «españolista».