Dice Guillermo del Toro (que si él lo dice nosotros no le llevaremos la contraria) que los dos peores mitos que existen son: el amor romántico y la perfección. Ambos crean unos estándares que hacen sufrir a todo el mundo. Son horripilantes. Nuestra cultura vive en pulsión continua de perfección. Cuerpos perfectos, casas perfectas, viajes perfectos, familias perfectas, otoños perfectos (según Instagram todo el mundo tiene una chimenea en un cottage en una isla escocesa perfecta), amigos perfectos... En esa perfección el amor romántico es el peor de todos. La necesidad perpetua de una relación en éxtasis.
Hay que ser muy zopenco (como especie quiero decir) para crearse esas mitologías y encima pretender ser feliz. Porque la felicidad es otro mito que Guillermo del Toro no menciona, seguramente porque de vez en cuando es feliz. Tengo una chimenea delante del ordenador. Es otoño. El jardín está lleno de hojas rojas, ocres, camel, amarillas. Especialmente el ginkgo biloba es una explosión de color. Me dispongo a fabricar un pastel de manzana. Según los estándares actuales nada debería perturbar mi alma. Bueno, pues corramos un tupido velo.
Huyan de la perfección, del amor romántico y de la felicidad. El pastel de manzana, pueden hacerlo.