Queridos Melchor, Gaspar y Baltasar... ya sé que estos días estáis muy liados y que la prioridad son los peques, pero, con toda la humildad del mundo, os pediría que este año sí me hicierais caso, aunque sea un poquito.
Os escribí en 2013 para pediros que trajerais un poco de dignidad a la clase política de Catalunya y España. No hubo manera. Unos y otros siguieron a lo suyo y luego años después pasó lo que pasó: referéndum, brutalidad policial, jueces que se creen políticos, partidos que mienten más que hablan...
Volví a intentarlo en 2015. Os pedí que llevarais sentido común a nuestros dirigentes e intentarais convencerles de que no se creyeran caudillos por encima del bien y del mal. Imagino que no os dio tiempo a hacerlo.
Repetí petición en 2020: «Llevad a los diputados capacidad para pensar en los demás y no solo en sí mismos». Nada de nada. Si el mal rollo imperaba entonces, ahora es peor. No hace falta más que ver cualquier sesión del Congreso. Bueno, para ser precisos, «el conflicto catalán» ya no es tal. Con lo fácil que hubiera sido solucionarlo desde un primer momento.
No me rindo. Lo intento por cuarta vez. Por favor, llevad a nuestros políticos empatía, tranquilizantes y un cursillo para aprender a dejar de odiarse. Ojalá a la cuarta vaya la vencida, pero me temo que habrá quinta, sexta, séptima...
