En pocos días dos accidentes de tráfico terminaron de la misma manera: con los conductores dándose a la fuga. Me refiero al atropello en Cambrils de Mn. Joaquim Fortuny y el de una persona de avanzada edad en Reus.
Parece que los conductores pretenden huir de sus responsabilidades. Más bien, pienso que desean huir de ellos mismos. Tienen la conciencia alterada y esto tiene una consecuencia: la falta de serenidad para tomar las decisiones correctas.
Con la violencia machista ocurre algo parecido. Si alguien va alterado por la vida, otro paga su nerviosismo, generalmente el más débil o quien está más cerca. Ayer oí decir a una autoridad que «en una democracia avanzada» estas conductas no son tolerables. No es cuestión de democracia, sino de moral personal.