La manía de castigar al de más abajo

Me entristeció ver esas imágenes de agricultores catalanes vaciando los remolques de camiones procedentes de Marruecos y arrojando a la carretera los productos que llevaban con el argumento de que eran «competencia desleal». Como me entristece y me indigna cada vez que los agricultores franceses hacen eso mismo con los camiones que llevan a Europa productos españoles. Se trata, en ambos casos, de hacer pagar los problemas propios a terceros que ni tienen la culpa ni tienen en sus manos la solución. Pero siempre es más fácil escupir para abajo, pagar la frustración yendo contra el más débil, que buscar a los auténticos responsables –en caso de que los haya– y plantarse ante ellos. Es cierto que los agricultores europeos han de trabajar y producir en unas condiciones y con unos requisitos más exigentes que los de otras latitudes, lo que sin duda incrementa los gastos y merma de las ganancias –en el caso de que las haya, tal como está el campo–. Como lo es que en Europa los trabajadores –incluidos los del campo– y los ciudadanos en general gozamos de una protección que ya quisieran para sí nuestros colegas de otras partes del mundo. En todo caso, no creo que sean los camioneros ni los agricultores marroquís –o ecuatorianos, o turcos, o de donde sean– los que tengan la culpa ni los que se estén haciendo ricos con esta «competencia desleal». Señores agricultores y ganaderos, protesten para defender lo que consideran justo. Claro que sí. Y lleven sus tractores al Congreso, a la Moncloa, a las instituciones europeas, si lo consideran oportuno. Pero no cometan el error de arremeter contra trabajadores que lo están pasando tan mal o peor que ustedes. Castigar al siguiente eslabón de la cadena, al más débil, es más fácil, pero no es la solución.