Hay diecinueve millones de mujeres en el censo electoral en España que suponen el 51% de los votos. Tradicionalmente son los socialistas el partido que ha contado con mayor apoyo del electorado femenino, rondando el 56% de sus votantes, mientras que Vox es el que atrae a un menor porcentaje de mujeres a sus siglas, con un 35%. No es probable que la ceremonia de la confusión provocada por su líder, Juan García Gallardo, en Castilla y León, en relación con las propuestas para informar a las embarazadas, vaya a reportarle un incremento de apoyo femenino. Porque detrás de la batalla político-mediática desatada las últimas semanas con el foco puesto en Castilla y León, con el aborto por un lado y en los negativos efectos colaterales de la ley del solo sí es sí, por otro, se libra una guerra sin cuartel por el voto femenino absolutamente decisivo en el resultado de las próximas elecciones. El Partido Popular ocupa el segundo lugar en el ranking del voto de la mujer con un 51,5% y, paradójicamente, el partido que feminizó su nombre en un guiño a este colectivo, Unidas Podemos, recoge diez puntos menos que los populares, con un 45,6%.
El voto de las mujeres, según la sociología electoral, tiene una creciente sensibilidad hacia las cuestiones de género pero, al tiempo, tiende a la moderación como evidencia su huida de los extremos y es un voto más meditado que el de los hombres. En la segunda semana de la campaña electoral de las pasadas generales el 60% de las mujeres confesaba que aún no sabía a quién votar. A ese voto indeciso se dirige la intensificación de los temas relacionados con el género con una legislación impulsada, sobre todo, por el ministerio de Igualdad que ha llegado a generar una pugna interna en el movimiento feminista del conjunto de la izquierda.
La ley trans o la nueva ley del aborto se pueden convertir, sin embargo, en un arma de doble filo. Es significativo el proyecto de Yolanda Díaz de intentar construir un movimiento cuya imagen tiene un aplastante número de rostros femeninos en el cartel, mientras su sigla de procedencia empieza a prescindir del añadido ‘Unidas’ debido al declive de esta marca en las elecciones celebradas en Madrid, Andalucía y Castilla y León, aunque Pedro Sánchez será una dura competencia en este terreno que él siempre ha regado con mimo. El espacio está ya muy acotado porque dos de cada tres mujeres de más de 65 años votan socialista y, las menores de 35 destacan por su activismo en temas relativos a la igualdad. Pero el fracaso de la lucha contra la violencia de género y de la ley del sí es sí, junto a las polémicas sobre la ley trans y el aborto pueden lastrar sus campañas.