Hace calor. Estos días casi vamos en manga corta. Parece que el omnipresente cambio climático nos acecha por todas partes. Con todo ello, nos damos cuenta y tenemos la Navidad a la vuelta de la esquina. Las luces ya están instaladas, las principales ciudades de la demarcación dan a conocer los detalles de sus campañas navideñas... Y nosotros empezamos a pensar en modo consumista.
Las calles abarrotadas del fin de semana viven ya en ambiente navideño, aquel que acostumbra a respirarse durante el mes de diciembre y que ya asoma con fuerza pese a que la campaña todavía no haya empezado y el alumbrado permanezca allí, expectante, completamente apagado a la espera de su gran día. Y el gran día en muchos municipios será dentro de una semana. El 24 de noviembre arranca oficialmente la campaña navideña.
En Reus, la pista de hielo, sello de las anteriores campañas, se sustituirá por unas enormes bolas luminosas como gran reclamo para dar vida a la plaza Llibertat y tener trazado así el eje Llibertat-Llovera-Monterols, sumados a la avenida Sant Jordi como camino a la Fira y la peatonalizada Raval de Santa Anna, que ha ganado mucho con el cambio, por cierto. Éxito asegurado (la Navidad, en Reus, siempre tira).
El Black Friday también ha arrancado –poco tiene ya de ‘friday’– con descuentos agresivos que pretenden que el consumismo dure todavía más. Lo consiguen, no nos engañemos. Nos enganchan una vez y otra. Todo esto empieza ahora y acabará con las rebajas. Un mes de consumo al límite.
Y de consumo en época de aumento de presión fiscal, de inflación, de incrementos de precios, de cestas de la compra impagables y agujeros en los bolsillos... Pero ahí estamos nosotros, intentando sobrevivir y no renunciar a este pequeño placer de la vida que es el consumismo.
