Lo que ha pasado en Madrid, en las elecciones autonómicas, ha sido un terremoto, no solo para la comunidad autónoma, sino que afecta en mayor o menor medida a toda España. Han perdido el PSOE de Pedro Sánchez que ha salido vapuleado de las urnas, Ciudadanos que ha desaparecido, Pablo Iglesias que se ha marchado de la política, y también José Félix Tenzanos, el director del CIS cuyas encuestas han fallado estrepitosamente porque solo quiere favorecer al Partido Socialista: un impresentable. La victoria de Isabel Díaz Ayuso es incuestionable con una participación del 73% y tras más que duplicar sus resultados de hace dios años.
Madrid es algo más que una comunidad autónoma. Erró Sánchez al bajar a la arena de la campaña electoral para medirse con Ayuso (no hay ninguna química entre los dos), hasta que a mitad de campaña se apartó dejando como protagonista al que hasta ahora había sido su telonero, Ángel Gabilondo. Sánchez hizo una afirmación letal: decir desde Mauritania, que la cifras que daba Madrid de la Covid eran falsas. Pero el mayor error fue diseñar una campaña desde la Moncloa con un Gabilondo maniatado, al fin y al cabo un filósofo, y pasó de rechazar de plano a Pablo Iglesias a abrazarlo en el famoso debate: «…quedan diez días Pablo…», dijo Gabilondo: era el abrazo del oso.
Curiosamente, de los cinco partidos que tienen representación parlamentaria, tres están liderados por mujeres, los tres principales: PP, Más Madrid y Vox, mientras que el hiperfeminista Podemos y el feminista PSOE están liderados por hombres. Resulta que la derecha ha confiado más en las mujeres como líderes de sus partidos en estas elecciones, que la izquierda. Es un dato que convendrá reflexionar: no por mucho hablar de feminismo se apoya más y mejor a las mujeres.
La caída de Pablo Iglesias estaba cantada, al menos por este comentarista que lo compartió los días anteriores de las elecciones con otros colegas. Pablo no quiere ser el telonero o el subordinado de su infiel militante, Íñigo Errejón, que lidera Más Madrid. Iglesias, hombre de acción, quiere probar nuevas experiencias, tal vez en medios de comunicación, de la mano de Jaume Roures. Su casoplón en Galapagar, sus altos salarios y los de su pareja Irene Montero, como ministra, le permiten vivir sin ninguna preocupación y experimentar nuevas vías. Personalmente esperaba aquella misma noche, la dimisión de Ángel Gabilondo. No fue así. El PSOE de momento no tiene recambios y habrá que celebrar un congreso regional.
Del resultado electoral todo parece indicar que Isabel Díaz Ayuso gobernará en solitario con el apoyo de Vox, sin que éste entre en el gobierno, pues solo le faltan tres diputados para alcanzar la mayoría absoluta. Será un mandato para dos años solamente, pues Madrid es una autonomía de segundo nivel y deberá convocar elecciones igual que las demás autonomías del artículo 143 de la Constitución. ¿Casado ha pasado el Rubicón? No lo sé: de momento lo ha pasado sin ayudas de Génova, Isabel Díaz Ayuso, una mujer sencilla y del pueblo.
En el panorama español han desaparecido en la práctica, dos partidos: Ciudadanos y Podemos. El primero ha sido un partido oportunista sin ideología, sin suflé, variando de pareja de baile y surgido gracias al independentismo catalán; y el segundo es un partido comunista al uso del siglo XXI. Ambos en Madrid no tienen éxito electoral. ¿Se volverá al bipartidismo?
Mientras tanto, en Catalunya asistimos a una negociación sin fin de los dos partidos independentistas, Esquerra Republicana y JuntsxCat, que tras el sorpasso del primero al segundo en las últimas elecciones. Pere Aragonès, de ERC, ha recibido ya duros hachazos de sus posibles socios, los hijos de Puigdemont. Ha perdido cuatro órdagos: dos investiduras y dos «ultimátums» sin conseguir la adhesión de los de Puigdemont. Está claro que Pere Aragonès es un hombre flojo, y ERC un partido que tiene pánico a pactar con los socialistas y le llamen «traidor» (botifler). Quedan tres semanas en las que si no hay acuerdo de gobierno se van a repetir las elecciones en Catalunya. En todo caso, si sale un gobierno durará pocos meses.
Entre los dos mayores partidos independentistas, no hay otra cosa que la lucha por mantener el poder, especialmente por parte de Puigdemont y su corte de Waterloo (Bruselas), conociendo la debilidad de su socio que no quiere presidir un gobierno con el apoyo de los socialistas de Salvador Illa, del PSC. La sociedad civil pide encarecidamente a los políticos catalanes, día sí y día también, que se pongan de acuerdo y formen un gobierno, pues ya se cumplirán los tres meses de las elecciones sin un gobierno en la Generalitat. ¿No habrá un síndrome en Waterloo, igual que lo hay en la Moncloa?
Salvador Aragonés: Periodista. Profesor emérito de la Universitat Internacional de Catalunya. Fue también director de Europa Press de Catalunya.