La primera intervención de Benjamín Disraeli en la Cámara de los Comunes fue seguida de interrupciones y de risas. Al fin se sentó y dijo con voz bien audible: «The time will come when you will hear me». Vendrá un día que me escucharéis.
Artur Mas se fogueó como orador siendo jefe la oposición municipal en el Ayuntamiento de Barcelona en tiempos de Maragall.
Al cabo de casi treinta años, cuando habla se hace escuchar. Su dominio de la oratoria es asombroso. Lo demostró una vez más en su comparecencia ante la comisión parlamentaria. Llegó a mantener con serenidad y argumentos que no se enteraba de ninguno de los chanchullos a cargo de personas que bullían a su alrededor.
Mientras la oposición no presente pruebas de que estaba enterado, si es que realmente lo estaba, no tiene nada que hacer. En dialéctica Mas gana siempre por goleada. Tiene el don de la palabra, que en política no es poco.