El jardín en el que se metió Carles Pellicer, de la manita de sus ex socios de gobierno del Partido Popular- en julio del año pasado –aprobando una ordenanza de civismo en la que se prohibía andar por Reus con burka y niqab (aunque después se intentó suavizar suprimiendo estas prendas y cambiándolas por «vestimentas de cualquier tipo y forma que impidan o dificulten la identificación por medios visuales»)– ha acabado transformándose en una bomba de relojería que le ha estallado en las manos a escasos tres meses para las elecciones municipales. Por mucho que, desde el primer momento, el gobierno de Reus se esforzase en justificar que esta decisión se había tomado por motivos de seguridad y no religiosos, lo cierto es que el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya ha sido contundente a la hora de suspender, de forma cautelar, los polémicos puntos de la ordenanza de civismo, detallando que si se aplican se estaría vulnerando la libertad religiosa de los ciudadanos. El consistorio reusense, lejos de reconocer el ‘patinazo’ y rectificar, presentará recurso en una postura del ‘no retorno’. Lo más curioso de esta historia es que, mientras el PP de Reus (acérrimo defensor de prohibir a las mujeres ir por la calle cubiertas por el burka o el niqab) se mira los toros desde la barrera, Pellicer intenta deshacer el entuerto para que le acabe perjudicando lo menos posible de cara a los próximos comicios municipales. Otra curiosidad: desde que se aprobó la polémica ordenanza hace seis meses, me habré cruzado por la calle a unas dos mujeres con burka o niqab. ¿Tan necesaria era?
El burka y el niqab
El consistorio reusense, lejos de reconocer el 'patinazo' y rectificar, presentará recurso en una postura del 'no retorno'
19 mayo 2017 23:32 |
Actualizado a 22 mayo 2017 11:38
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