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Túnel de Lilla, primer año: felicidades... y seguimos

20 octubre 2024 19:24 | Actualizado a 21 octubre 2024 07:00
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Este miércoles se cumple el primer aniversario de la inauguración del enlace de las variantes de Valls (Alt Camp) y Montblanc (Conca de Barberà) de la autovía A-27. Son 5,1 kilómetros que incluyen el túnel del Coll de Lilla, de 1,4 kilómetros de longitud, el tramo más comprometido y que ha acabado dando nombre a la obra. Esta infraestructura ha superado numerosos obstáculos, retrasos e incompetencias desde que comenzó su ejecución, el año 2008, pero ya es una realidad que mejora la conectividad del territorio y repercute positivamente en las empresas locales, con un impacto directo sobre el Port de Tarragona, el complejo petroquímico, el turismo y el sector logístico. Un año después de su puesta en servicio, ya se ven sus beneficios concretos.

Hay muchos motivos para celebrarlo. También para recordar que el proyecto está inacabado hasta que no llegue a Montblanc y la AP-2

El ahorro de tiempo en este trayecto favorece el tráfico de mercancías y ofrece una conexión más rápida entre el interior y la costa. Las comarcas de Tarragona y las de Ponent se han acercado, así como los campos y la industria, desde Aragón hasta Cantabria, al Port de Tarragona. Hay otros impactos positivos más domésticos, como la mayor cercanía de los vecinos de la Conca de Barberà a su hospital de referencia en Valls, por ejemplo. Este primer aniversario del túnel del Coll de Lilla es, sin duda, motivo de celebración y enhorabuena. Pero también nos recuerda que el proyecto no está aún terminado sino a punto de terminarse. El túnel no es el final, sino una fase más de la prolongación de la A-27, que culminará en Montblanc enlazando con la autopista AP-2. Ya que no se contempla, por ahora, convertir esa ruta una autovía de largo recorrido entre Tarragona y San Sebastián, cuanto antes debe acabarse la conexión desde el túnel hasta la autopista y la capital de la Conca de Barberà. El Ministerio de Transportes ya ha adjudicado las obras complementarias de la conexión de la A-27 con la N-240 y otras actuaciones en esa autovía. Es de esperar que no sufran los embrollos y retrasos del tramo precedente. Las comarcas de Tarragona necesitan un compromiso firme de las administraciones para completar las infraestructuras que garantizarán su crecimiento y prosperidad futura. El primer aniversario del túnel de Lilla es un hito, por supuesto, pero solo alcanzará sus objetivos cuando la A-27 y la AP-2 se conecten.

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