A la espera de los nombramientos de Delegat o Delegada del Govern y de Presidenta o President de l’Autoritat Portuària, así como el de todos los Delegat o Delegades Territorials y, por supuesto, toda la retahíla de cargos del sottogoverno, que son numerosos y no tendríamos espacio en esta editorial, el Diari inicia una serie con los deberes pendientes que tiene el Govern de Salvador Illa. El primer capítulo se lo lleva la capital de la demarcación: Tarragona.
No son pocos los deberes pendientes que tiene Salvador Illa en Tarragona. Algunos se arrastan desde hace demasiado tiempo. Promesas que cuando se prolongan tanto dejan de serlo para transformarse en fuente segura de frustración. Ese es el principal deber del Govern Illa: dejar de alimentar la frustración acumulada por tanto proyecto inacabado, incumplido, no iniciado, olvidado o sencillamente menospreciado. La enumeración sería redundate pero pongamos algunos ejemplos: el Forumde la Justicia, agrupar las dependecias del propio Govern desperdigadas por toda la ciudad, el Tranvía del Camp de Tarragona, acabar las obras del Hospital de Joan XXIII, las obras de la muralla romana, el compromiso con la continuidad de Tarraco Viva, las ayudas al sector de la pesca (no solo en Tarragona, pero también en Tarragona), dar el apoyo final al nuevo POUM...
Algunos de estos deberes llevan tanto tiempo circulando de programa electoral en programa electoral que tendemos a olvidarlos. Pero ahí están, arrastrándose desde hace una década. No hay que olvidar el caos ferroviario que tiene fecha de inicio el 1 de octubre (que se añadirá al que ya llevamos viviendo todos estos meses) y la necesidad de licitar con urgencia los autobuses que puedan paliar el desaguisado de ADIF y RENFE. La mobilidad del Camp de Tarragona es una de las grandes asignaturas pendientes del Govern de la Generalitat. Todo el mundo merece 100 días de gracia. Salvador Illa, también. Se los daremos, aunque pequemos de ingenuos.