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La realidad no es simple, los diarios no deben serlo

07 octubre 2024 19:05 | Actualizado a 08 octubre 2024 07:00
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Decía el dramaturgo griego Esquilo que «la primera víctima de una guerra es la verdad», pero a este aforismo habría que añadirle como coletilla que la siguiente damnificada es la complejidad. La realidad nunca es monolítica, simple, inamovible... Pero en un conflicto bélico –y más si hablamos del enfrentamiento entre israelíes y palestinos– las primeras capacidades que se pierden son la exactitud, la ecuanimidad, la distancia y la sorpresa. La información –los diarios– no pueden permitirse ese lujo. Ahora que acaba de cumplirse un año de la horrible masacre perpetrada por Hamás en el sur de Israel, los medios de comunicación no pueden caer en la polarización y en el partidismo, y obviar la tragedia israelí o dejar de condenar el fanatismo y salvajismo yihadista.

La complejidad de conflictos como el de Israel y Palestina obliga a los medios a ser más precisos, ecuánimes y objetivos

Tampoco pueden olvidar que el estado hebreo ha pasado de ser víctima a ser victimario; que la tragedia palestina es real, y no empieza con la invasión de Gaza del 2023; y que Israel está cometiendo una masacre en la Franja –día sí, día también–, sin dar oportunidad al diálogo y la paz. Explicar el conflicto en Próximo Oriente implica abandonar el blanco y negro y abrazar el gris. Dejar de lado los dogmatismos y rendirse ante una realidad mucho más compleja, incómoda y paradójica de lo que uno pueda imaginar. Porque resulta que una de las principales oposiciones a Hamás, antes del 7 de octubre, era la propia población gazatí: si se hubieran celebrado elecciones en la Franja, sus propios habitantes hubieran apartado del poder a los islamistas, según las encuestas. Y resulta también que la mayoría kibbutz atacados el 7 de octubre por Hamás, estaban formados por comunidades de judíos progresistas, muchos de los cuales tenían una buena y fluida relación con Gaza, pese al bloqueo militar. Más elementos para la complejidad: en Irán crece el sentimiento proisraelí. Muchos jóvenes contrarios al régimen de los ayatolás y a su Sharia –¿Recuerdan a Mahsa Amini?– ven en el «enemigo sionista» a un aliado para su libertad. Por otro lado, la antigua Persia –actual Irán– acogió durante siglos a una de las comunidades judías más grandes del mundo y la mayor dentro del mundo musulmán. Actualmente viven en el país entre 30.000 y 40.000 judíos. Sin duda, la brocha gorda no sirve en el lienzo de la geopolítica.

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