El acusado repunte de los tipos de interés por el que los bancos centrales han optado para tratar de frenar la desbocada escalada inflacionista está derivando en un encarecimiento del euríbor que, a su vez, dispara el coste de las hipotecas de tipo variable.
El notable incremento de la cuota –120 euros al mes para una hipoteca media–, supone un inquietante problema para miles de familias con economías cada vez más frágiles y que ya soportan el elevado coste de la cesta de la compra y los desorbitados precios de la energía y el combustible, por lo que llegar a fin de mes con las cuentas cuadradas se antoja una odisea cada día más complicada.
Conviene que las medidas que negocian el Gobierno y la banca llegen cuanto antes, pues mucha gente ya no puede esperar mas
No obstante, la gran banca descarta un ‘shock’ como el que se produjo a raíz de la crisis provocada por el estallido de la burbuja inmobiliaria, hace más de una década, cuando la morosidad estuvo completamente descontrolada ante la acumulación de impagos de cuotas hipotecarias y de créditos al consumo de los clientes. Las previsiones que manejan los grupos financieros pasan por un incremento de esa tasa de mora, sí, pero apuntan que la evolución de la morosidad dependerá en gran medida de la del mercado de trabajo.
El problema es que, incluso con un empleo a jornada completa, los sueldos de muchos trabajadores no les permiten salir de su situación de vulnerabilidad. Así las cosas, las entidades bancarias deben facilitar a sus clientes prerrogativas y opciones que eviten un aumento de las hipotecas fallidas que conduzca a callejones vitales sin salida y a una riada de desahucios.
En este sentido, es una buena noticia que el Gobierno y la banca se están reuniendo para tratar de acordar medidas que protejan a las familias más afectadas por las subidas de los tipos de interés. En todo caso, conviene que esas medidas se conviertan en una realidad cuanto antes, pues es mucha la gente que ya no puede esperar más.