En esta época pienso en el dilema que se da durante estos días, sobre si celebrar la Castañada o Halloween, y que no es el único con el que convivimos. Porque parece a veces que debes decantarte por una cosa u otra. Y lo peor, que se juzga en función del posicionamiento que escojas. Como si no existieran más opciones que el blanco o el negro. Y para mí el problema no reside en cuál de las fiestas escoges, sino en que en ocasiones escuchas a personas justificar el porqué de una u otra celebración. Y creo que se acaban dando explicaciones de la manera de hacer, o de la que se ha decidido en casa, cuando pienso que no debería ser así.
Soy una gran defensora de las tradiciones de cada sitio, y las que cada familia trae de serie, y pienso que no deberían perderse de ninguna de las maneras porque ese es nuestro legado. Si en una familia para estas fechas se acostumbra a hacer un dulce determinado, se debería seguir haciendo... Y que esas recetas mágicas que tenemos de nuestros abuelos, y que ellos debían haber recibido de los suyos, sigan pasando de generación en generación. Y aunque experimentes con ingredientes, o lo modifiques, sepas y tengas claro cómo era en sus orígenes. Yo de hecho el 31 de octubre, honro a mis antepasados con las rosquillas de anís que toda la vida vi hacer a mi abuela, y luego a mi madre y a mis tías.
La víspera y el día de Todos los Santos no va de si comes castañas o vas de casa en casa buscando caramelos. Va de pensar en las personas que queremos y que ya no están con nosotros
Porque la víspera y el día de Todos los Santos, al final van de eso pienso... No de si comes castañas o vas de casa en casa buscando caramelos. El verdadero sentido de la fiesta es el poder pensar en las personas que queremos y que ya no están con nosotros. Pero parece que eso queda en un segundo o tercer plano. Interesa más el debate de si pones calabazas en casa y montas la fiesta del terror, o de si vas a cenar y luego comes castañas y panellets, regados con Moscatel. Y a mí personalmente me da menos miedo Chucky que pensar que a los niños no se les habla de la muerte. De las personas que no están, de cómo honrarlas, y de cómo agradecer la parte de su vida que hay en nosotros.
Hablar de la muerte crea sensaciones muy diferentes en cada uno. Porque desata miedos e incertidumbres y nos hace sabedores del poco control que tenemos sobre ese tema
Por suerte cada vez está más en auge todo el tema emocional, y el que desde pequeños reconozcan las emociones que tienen, las acepten, y sepan ponerle nombre y transitarlas. Pero hablar de la muerte es como si fuera harina de otro costal.
Y no lo es... lo que ocurre que tiene que ver con las emociones de los adultos, que al no estar entrenados y preparados para hablar de estos temas, lo que hacemos es evitarlos. Pero eso no hace que desaparezcan. Reconozco que hablar de la muerte no es fácil, porque crea sensaciones internas muy diferentes en cada uno de nosotros. Porque desata miedos e incertidumbres y nos hace sabedores del poco control que tenemos sobre ese tema.
Y de verdad creo que da igual si vas disfrazado de vampiro, o tienes las manos negras de pelar y comer castañas asadas... El secreto de la noche del 31 de octubre, sea como sea que la celebres, para mí es que tengas un rato para acordarte de los que no están, pero que siguen teniendo un espacio dentro de tu corazón.