Un secuestro en Pakistán, con epicentro en Constantí

El 3 de marzo de 2010, un niño de cinco años fue raptado cuando estaba a punto de regresar a Gran Bretaña con su padre. Una investigación de la Policía de cuatro países permitió localizar a parte de la banda en Tarragona

24 junio 2024 18:43 | Actualizado a 24 junio 2024 19:07
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En marzo de 2010, una noticia recorrió todo el mundo: el secuestro en Pakistán del niño británico de cinco años Sahil Saeed. Después de que la familia pagara el rescate, el pequeño fue liberado, 13 días después del rapto.

Esa misma mañana, la Policía detenía en Constantí a tres personas por participar en los hechos. Una investigación compleja, minuciosa, milimétrica, en la que intervinieron policías de cuatro países: Pakistán, Gran Bretaña, Francia y España.

Sobre las once de la noche, hora local en Pakistán, del 3 de marzo de 2010, cuatro personas con sus rostros cubiertos asaltaron una vivienda en Jhelum. Iban armados con rifles y granadas.

La familia estaba reunida para despedir a Raja y a su hijo, quienes se disponían a entrar en el taxi que les iba a trasladar al aeropuerto de Islamabad de vuelta a Manchester, su lugar de residencia. Al entrar el taxi en el patio, la puerta quedó abierta, lo que aprovecharon los delincuentes para acceder a su interior.

Los asaltantes encañonaron a los presentes, 13 en total –entre familiares y sirvientes–, ordenándoles que se tumbasen en el suelo, propinándoles diversos golpes. Fueron llevados a una habitación, donde a los hombres les ataron las manos a la espalda, mirando hacia la pared.

Amenazas de muerte

Los amenazaron con acabar con sus vidas, y emplearonviolencia física, golpeándoles con las armas largas que portaban. Los amenazaron con hacer explotar una bomba. Registraron minuciosamente sus pertenencias y desvalijaron las estancias de ambas viviendas, situación que se prolongó durante seis horas.

Terminado el registro, al considerar los asaltantes que el botín no era suficiente – joyas, relojes, cremas, perfumes, diversos electrodomésticos tales como microondas, secador de mano, teléfonos móviles, etcétera–, indicaron a Raja que se llevaban a su hijo y que debería pagar un rescate.

El hombre les dijo que era pobre, que se estaban equivocando. Pero los asaltantes le indicaron que le habían estado siguiendo durante un mes, cuando en realidad sólo llevaba 12 días en Jhelum, preguntándole dónde se encontraba su otro hijo, cuando en realidad solo tenía otras dos hijas, y también dónde estaba su padre, que había fallecido 15 años antes.

Fuga de los asaltantes

A las cinco de la mañana del día 4, los asaltantes abandonaron la casa, con el botín y el menor. Antes ataron de pies y manos a todos los presentes, tapándoles también los ojos y la boca. El mismo día, se recibió la primera llamada por parte de los secuestradores.

Se efectuó desde una cabina pública de Constantí, duró unos tres minutos y se solicitó el pago de un rescate. La segunda fue realizada el mismo día sobre las 22.50 horas, desde una cabina de Salou, y que fue atendida por el padre del menor. A partir de este momento se sucedieron 28 llamadas de los delincuentes, tanto desde Pakistán como por parte del matrimonio condenado de Constantí.

La Policía británica dispuso de tres equipos: uno de inteligencia, otro de asistencia al padre y un tercero para acciones operativas

El día 6, los secuestradores indicaron que sabían que el padre había implicado a la policía, que sería perjudicial para su hijo, «el perro ha estado en tu casa», y que el importe del rescate había subido a 200.000 libras, aunque después se bajó a 110.000.

El día 8 indicaron al padre –desde una cabina de Reus– que volviese a Inglaterra, que si no pagaba matarían al menor. Y si quería hablar con su hijo habría un extra de 100.000 libras, a la vez que se le informó que el dinero debía entregarse en otro país donde le indicasen, amenazando con cortar un brazo al hijo.

Asesoramiento policial

La Policía británica, en concreto la nueva agencia contra el crimen SOCA (Serious and Organised Crime Agency), se implicó desde un principio en la investigación del secuestro. Al regreso del padre del menor, cuando averiguaron que el pago del rescate debía efectuarse fuera de Pakistán, dispusieron asesoramiento a la familia por parte de especialistas en secuestros que se dirigieron a su domicilio. Les asesoraron en las llamadas, y a su vez organizaron un dispositivo para controlar el pago del rescate.

La Policía inglesa dispuso de tres equipos: la sala o equipo verde, en el que se encontraban profesionales de inteligencia, intervención e interpretación de las llamadas; equipo rojo, para asistir al padre en el momento en el que se producía las comunicaciones con los secuestradores; y un equipo azul que llevaba a cabo actuaciones operativas.

Sala verde

En el momento en el que recibía una llamada de los secuestradores, los expertos la ubicaban geográficamente en la sala verde y asimismo se traducía en directo, adoptando las decisiones en el mismo momento. Los agentes decidieron controlar la numeración de los billetes del rescate, elaborando un listado que fue entregado a la policía española.

Dos días después, la banda dio instrucciones al hombre para que cogiera un vuelo hacia París para efectuar el pago del rescate. Otra llamada indicó que tenía 10 horas para llegar al aeropuerto Charles de Gaulle.

Al tener conocimiento de que la entrega de dinero se iba a hacer en Francia se activó también a la Oficina Central contra el Crimen Organizado. Si bien en Francia el método policial exige detener a la persona que va a recoger el rescate. Pero en esta ocasión, después de una reunión con sus colegas británicos, decidieron seguir el modelo inglés, que trataba de preservar la vida de la persona secuestrada, facilitando de esta forma el pago del rescate.

De Constantí a París

El día 12 marzo, la pareja condenada de Constantí se desplazó a bordo del vehículo Peugeot 406 matrícula de Lleida hasta París, llegando al atardecer y hospedándose en el hotel Orleáns.

Finalmente la cita para realizar el pago del rescate fue fijada por los secuestradores para el día sábado 13 de marzo por la mañana, en la plaza de la República, en pleno corazón de París, donde el tío del menor debía acudir con dos bolsas delante del establecimiento MacDonalds.

Había 20 policías en dicha plaza vigilando. Muy rápidamente les llamó la atención una pareja que resultaron ser los dos acusados, por la actitud extraña, nerviosa y vigilante que adoptaban sobre el tío del menor, y así durante dos horas.

El ‘juego’

Los secuestradores efectuaron más de 10 llamadas al tío del menor, iniciándose un “juego”, si así pudiera llamarse, dirigiendo a la persona encargada del pago de un sitio a otro, indicándole que avanzara y que retrocediera sus pasos en repetidas ocasiones, y después de estas instrucciones, finalmente le dirigieron hacia un paseo donde tenía que dejar las bolsas en un banco.

Cuando el niño estaba a salvo, tras pagarse el rescate, la Policía Nacional entró en el piso de Constantí y detuvo a tres ocupantes

Los agentes, pudieron observar que existía una relación directa y objetiva entre las llamadas y las instrucciones que estaba recibiendo el tío, su seguimiento, y la conducta de los acusados, observando cómo la acusada recogía las bolsas con el dinero y se reunía con su compañero, adoptando vigilancias y medidas de seguridad.

El seguimiento policial de los acusados, tras la recepción del dinero del rescate, continuó de forma incesante, incluso con videograbación desde un helicóptero,

Trasvase de información

Fueron las autoridades francesas las que aportaron datos a la Unidad Especializada en Secuestros y Extorsiones de la Policía Nacional que llevaron a la identificación de estas personas, a través de la placa de matrícula del vehículo, el cual comprobaron que se encontraba a nombre de condenada. Les enviaron una fotografía a la policía francesa, quienes la reconocieron como la persona que en ese momento tenían en seguimiento, comprobando la policía francesa la identidad de los acusados.

Cuatro personas con sus rostros cubiertos asaltaron una vivienda en Jhelum. Iban armados con rifles y granadas

A partir de ahí, la Policía francesa efectuó una férrea vigilancia. A su regreso a España los acusados efectuaron parada en Barcelona, donde visitaron a varias casas de cambio de moneda y locutorios.

Sobre las 5.50 horas, hora local en Pakistán, del día 16, trece días después del asalto a la vivienda, se procedió a la liberación del menor, que fue encontrado a unos 40 kilómetros a la localidad de Jhelum (Pakistán), en la localidad de Dinga, apareciendo con el pelo rapado y un solo zapato.

La detención

El mismo día por la mañana se procedió a la entrada en la vivienda de los acusados, situada en la avenida Vidal i Barraquer, donde se detuvo a la pareja y a otro hombre que vivía en el piso –que fue absuelto– hallando debajo de una cama una maleta conteniendo gran cantidad de libras esterlinas, recuperándose, en total, 104.390 libras, comprobándose la coincidencia de la numeración de varios billetes con los listados aportados por la policía británica, y 3.465 euros, junto con una máquina con lámpara fluorescente para averiguar la falsedad del dinero.

Días después de la liberación del menor, la Policía paquistaní detuvo a dos personas –una de ellas hermano de uno de los arrestados en Constantí–, quienes fueron reconocidos en Pakistán como dos de las personas que habían entrado en la casa. Uno de ellos cumple condena en las cárceles de Pakistán. El hermano del vecino de Constantí resultó muerto 10 días después en un intento de asalto al convoy policial que le trasladaba.

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