La Agència Catalana de l’Aigua (ACA) está en la fase final de un estudio que podría cambiar la fisonomía de este embalse, con el objetivo de mejorar la continuidad del río Gaià y minimizar el impacto visual y ecológico de la estructura que lo atraviesa.
Desde hace años, la Asociación Mediambiental La Sínia y otras organizaciones ecologistas han presionado para reducir el tamaño de la presa, argumentando que su desproporcionada estructura afecta negativamente al paisaje y al ecosistema. Héctor Hernández, coordinador de La Sínia, subraya que la solución ideal sería disminuir la altura de la presa y construir un canal lateral que facilite el tránsito de la fauna acuática, actualmente bloqueada por la gran muralla que representa el embalse. “No solo se limita el movimiento de la fauna, sino que también se filtra agua, lo que reduce la capacidad de almacenamiento”, añade Hernández.
El estudio de la ACA analizará diferentes opciones para el embalse, que abarcan desde dejar la infraestructura tal y como está, hasta su desmantelamiento parcial o completo. Sin embargo, el desmantelamiento total parece descartado debido a la función crucial que cumple la presa: regular las llamadas gaianades, grandes avenidas de agua causadas por lluvias torrenciales que, de no estar controladas, pondrían en peligro las construcciones cercanas al curso del río.
En las últimas décadas, el desarrollo urbanístico en los alrededores del Gaià ha crecido de manera significativa. Casas, instalaciones y campings se han levantado cerca del cauce, por lo que la presencia de la presa se vuelve vital para proteger estas áreas frente a posibles inundaciones.
El pantano del Gaià fue inaugurado en 1975, con el propósito de suministrar agua a la industria petroquímica, concretamente a Repsol, que tiene la concesión del uso del agua al menos durante los próximos 30 años. Sin embargo, en los últimos tres años, la empresa no ha utilizado el agua embalsada, principalmente debido a la escasez hídrica en la región. La poca agua que queda se destina al regadío, mientras que desde 2012, un acuerdo entre ACA, Repsol y varias entidades ecologistas garantiza un cabal ecológico que asegura la supervivencia de la fauna en el tramo final del río.
Si el informe de la ACA aboga por una reducción de la presa, las entidades ecologistas han propuesto que los materiales utilizados en su construcción regresen a su lugar de origen: una cantera cercana situada en Vespella de Gaià, que forma parte de la Red Natura 2000. Este gesto permitiría no solo restaurar el equilibrio del río, sino también recuperar un entorno natural que fue degradado hace décadas.