¿Negociar el día a día con la oposición para ir actualizando poco a poco el presupuesto de 2021 o jugarla, tirar millas y convocar una cuestión de confianza para intentar tener unas nuevas cuentas antes de SetmanaSanta? Estos son los dos escenarios que tiene en estos momentos sobre la mesa el alcalde de Tarragona, Pau Ricomà (ERC), después de la negativa de su exsocio de gobierno municipal, En Comú Podem, a negociar más las previsiones económicas para este año, que ahora han quedado en stand by sine die.
La semana pasada, el ejecutivo de la Plaça de la Font (ERC-Junts per Tarragona-CUP) sacó adelante el primer modificativo de crédito de 2022, bautizado como el Reset por el concejal de Serveis Centrals, Jordi Fortuny (ERC). En esta primera «actualización» –de 13 millones de euros–, se habilitó el dinero para hacer frente a las subidas del 2% en el sueldo de los funcionarios, así como a la actualización de los contratos de servicios y de las amoritzaciones de los créditos bancarios. Esta votación se cumplió con el apoyo del PSC y la abstención del resto de la oposición.
¿Es esto, sin embargo, la mejor vía a seguir? ¿Apostará el alcalde por negociar modificativo a modificativo y partida a partida la adaptación de las previsiones de hace un año hasta el final del actual? ¿O es mejor seguir la vía de la Paeria? A finales de 2021, el alcalde de Lleida, Miquel Pueyo (ERC), llevó al pleno la propuesta de presupuestos municipales para 2022, que no superó el listón del pleno. A raíz de ello, el paer en cap de la capital del Segrià convocó una cuestión de confianza vinculada a la aprobación de las cuentas. Miquel Pueyo perdió esta votación, por lo que se abrió un período de un mes para que la oposición presentara un candidato alternativo mediante una moción de censura. En caso de prosperar, hubiera cambiado de alcalde, y si no se lograra, quedaran automáticamente aprobados los presupuestos leridanos. finalmente,
Modificar o negociar cuentas
¿Qué debe hacer ahora, Pau Ricomà? De momento, los tres partidos del gobierno tarraconense alejan la posibilidad de apostar por la cuestión de confianza. «A nosotros siempre nos encontramos trabajando por Tarragona y buscando ser útiles a la gente. Todo el que quiera hablar sobre lo hará con un gobierno aliado. Afrontamos la vía de los modificativos con diálogo y con la mano tendida al resto de grupos por el bien de Tarragona», asegura el portavoz de Esquerra Republicana, Xavier Puig.
También desde el ejecutivo, Cristina Guzman (Junts per Tarragona) recuerda que «cuando estábamos en la oposición, hicimos un ejercicio de responsabilidad durante dos años» y califica como de «triste y lamentable» el ‘no’ de En Comú Podem. Pese a ello, la juntaire no cierra la puerta a tener un nuevo presupuesto. «Seguimos apostando por la negociación. Emplazamos a ECP a una nueva reflexión y que dejen de lado el orgullo y los intereses de partido».
Da manera más contundente se expresa la CUP. «La excusa de las vacaciones escolares de Navidad, la posterior imposibilidad de realizar nuevas asambleas y el inmovilismo por parte de la consellera Aguilar evidencian que la decisión ya estaba tomada y que nunca ha existido una voluntad real de entendimiento», asegura su portavoz, Eva Miguel, quien indica que, ahora, el partido anticapitalista valorará en el marco de su asamblea «el escenario actual» y «los que se puedan derivar». «Lo que tenemos claro es que estaremos donde mejor se pueda desarrollar nuestro proyecto político», añade Miguel.
Cs y PP: «Cuestión de confianza»
Desde la oposición, Ciutadans y PP lo tienen claro: sí a la cuestión de confianza. «No podemos estar 16 meses con modificativos hasta final de mandato. Nunca antes –ni con Recasens, Nadal o Ballesteros– nos habíamos encontrado en esta situación. ¿Qué más necesitamos para evidenciar su mala gestión?», se pregunta la portavoz naranja, Lorena de la Fuente. Por su parte, José Luis Martín (PP) cree que «Ricomà debería ser valiente y someter a votación un presupuesto o convocar una cuestión de confianza». Finalmente, Sandra Ramos (PSC) considera que el bloqueo actual se debe «a la incapacidad del gobierno municipal por establecer relaciones cordiales con nadie». ¿Lleida marcará el camino a Tarragona? Solo Ricomà tiene la respuesta. Hagan juego...