Uno interpreta noche grande en el Palau de Congressos cuando en los accesos hay chup chup ambiental, en las oscuras calles colindantes pasea gente poco habitual en la zona, esta vez de etiqueta para recibir a un icono de la música en lengua catalana, Joan Dausà. Dos shows íntimos, de concierto navideño a piano y voz, aguardan. Dos actuaciones consecutivas porque la demanda de público así lo decidió cuando los tickets salieron a la luz. Se agotaron en horas, suele ser habitual cuando Dausà visita cualquier ciudad. No hace demasiado puso más de 10.000 personas en Vistalegre, en Madrid, todo un hito para un cantautor de habla y canto catalán.
Dausà tiene el don de la seducción, genera un reclamo poco usual, su voz ha conquistado hogares y familias enteras, lo demuestra esa variedad generacional que en Tarragona ocupaba las butacas del Palau que, poco a poco, tomó color. Desde la apertura de puertas, el clima desprendió optimismo. “Le escucho desde hace mucho tiempo, pero nunca lo he visto en directo”, confirmó Ester, una tarraconense que se estrenaba en el directo del de Sant Feliu del Llobregat. Esta vez, una velada especial, sin banda como escudo, desnudo ante la exigencia y el paladar de adeptos y adeptas como Ester.
El clásico Ara som gegants sirvió como reclamo inaugural del show, mientras el solista invitaba a bromear al público en uno de sus largos discursos. “De vez en cuando también cantaré” confesó entre sonrisas. Se permitió el lujo incluso de desafiar a los impuntuales que asomaban por la platea con todo el escaparate ya instalado y el show a pecho descubierto. “Si entra alguien más, haré ver que me despido, ustedes se levantarán y aplaudirán como si fuera el final del concierto”, propuso. Dicho y hecho. El público le captó el cachondeo y se levantó para aplaudir y decir adiós al artista ante el asombro de una de las parejas tardonas que acababa de entrar. El gag surgió efecto hasta que Dausà puntualizó. La música fluyó de nuevo.
Mientras se sucedían los hits y el respeto del público, el formato se volvía solemne. El protagonista preguntaba, ¿Sois impuntuales en Tarragona o qué?. Se sorprendió de la cantidad de asistentes que debutaban ante su voz. Les hizo levantar la mano, no disimularon. Sonó La vida és més que això para elevar el nivel del bolo, con un Dausà especialmente interpretativo, muy comprometido con el espectáculo que había preparado. Detallista. “Que tot anirà bé I ara el món em diu Que tot anirà bé”, las letras optimistas del cantante y compositor tampoco se ausentaron. “Son fechas especiales para recordar a las personas que ya no están a nuestro lado”, confesó sensible. Su público se lo compró todo.
Muchas veces, la música no necesita de una escenografía mastodóntica para conmover a las personas, con un piano, una voz y un juego de luces coherente resulta posible contentar exigencias y compensar el pago de un ticket. Lo logró Joan Dausà, que escuchaba por lo bajini como sus fans tarareaban cada una de sus letras sin molestar, como hipnotizados por el momento y el disfrute.
En Tarragona, el cantautor se encargó de consolidar ese buen presente que vive. “Normalmente estoy acompañado de una banda, pero he creado este concierto especial a piano para estas fechas tan únicas”, recalcó ante los asistentes. Especial lo fue, en parte porque el marco, el ambiente y la predisposición así lo certificaron. Sus canciones, en versión cruda, sin arreglos, ni efectos especiales, emocionan igual.
Hasta el punto que, en el hall del recinto, se dio una circunstancia cuanto menos curiosa. Como los dos shows se llevaron a cabo de forma consecutiva, solo con un tiempo prudencial de separación para reponer fuerzas, mientras Dausà cantaba, el público de la segunda sesión aguardaba en el acceso principal para su turno. Pocos artistas en Catalunya disponen de esa capacidad de reunión. Tarragona celebró su presencia como previa de la deseada Navidad. Se convirtió en una banda sonora perfecta.