Iugula, iugula!». Dos años sin escuchar esta condena de muerte, que ayer volvía a resonar en las murallas de Tarragona. Los gladiadores han llegado este fin de semana a la ciudad, recordándonos una vez más que la normalidad está ya a punto de llegar tras quince meses de pandemia. La lucha de gladiadores es una de las citas más esperadas para los amantes del festival Tarraco Viva. El Amfiteatre ha sido siempre el escenario de este espectáculo. En esta ocasión, las luchas se han trasladado hasta el Auditori Camp de Mart, debido a que el Amfiteatre está en obras. Pese al cambio de ubicación, el público estuvo encantado de revivir el ritual funerario más popular de nuestra historia.
El investigador Ricardo Cagigal fue el encargado de explicar todos los detalles de las luchas de los gladiadores. Desde los inicios e esta práctica hasta la indumentaria de los protagonistas. El objetivo era conseguir que el público viajará dos mil años atrás y se sintiera romano por un día.
El origen de la lucha de gladiadores se encuentra en el ritual funerario que se seguía en esa época. Cuando un hombre importante y poderoso de Roma fallecía, la tradición era degollar a uno de los esclavos para que la sangre aplacara el espíritu del noble. Era feo. Así que se decidió convertir este ritual funerario en un espectáculo, para así contar con el visto bueno de la gente. Está documentado que, en el año 267 a.C., aparecieron los primeros gladiadores.
Estas luchas no eran la única expresión cultural del estado romano. Las carreras de caballos o el teatro también eran importantes ese momento. El motivo no era otro que reunir al pueblo para poder influir en sus decisiones. El emperador y los gobernantes ofrecían actividades gratis a cambio de poder. De aquí nació la lucha de gladiadores.
Los luchadores podían se esclavos capturados durante la batalla o bien esclavos que los nobles vendían a las escuelas, como si de jugadores de fútbol se tratase.
Y llegó el momento más esperado: la lucha. Los gladiadores, protegidos con escudos y cascos, y armados con puñales y lanzas, se adentraban al ruedo y mostraban sus habilidades. Un árbitro controlaba que se cumplieran las leyes a rajatabla. «Queremos desmontar la idea de que la lucha de gladiadores era una máquina de picar carne», decía el investigador, Ricardo Cagigal.
Dos de los luchadores intentaban desestabilizarse mutuamente, atacando a las piernas del contrincante. Y es que, una vez en el suelo, es imposible poderse levantar, teniendo en cuenta el peso de las armas y protecciones. Entonces llegaba la hora de la verdad: decidir si el gladiador debía vivir o morir. A diferencia de lo que nos cuentan en la mayoría de películas, casi siempre el perdedor vivía. Y es que, si lo mataban, la escuela debía comprar a otro. Así que, habitualmente, se le perdonaba. Pero en Tarragona no. El público del Camp de Mart lo tenía claro: «¡Iugula, iugula!», lo que significa muerte.
Lo más destacado de la jornada de ayer, no fue tanto el espectáculo en sí como la sensación de estar recuperando la normalidad. La 23ª edición de Tarraco Viva será recordada por ser el principio del fin. Así lo decían Marta, Xavi y Myrna, tres tarraconenses que no querían perderse la primera lucha de gladiadores después de la covid. «Lo echábamos mucho de menos. Aquí, sentada al aire libre, me siento a gusto y segura», explicaba Myrna Peguero. Quienes también alucinaron fueron Flors y Diego. Ella del Pallars Jussà y él recién llegado de Chile. «Hemos visitado la ciudad y, por sorpresa, nos hemos enterado de que hacían un festival histórico. Queríamos ver algo y aquí estamos», comentaba Diego.