La escalada de tensión en Ucrania tiene atento a parte del empresariado tarraconense. Un conflicto desatado en la zona podría influir negativamente en las relaciones comerciales, notablemente estrechas tanto con Ucrania como con Rusia. «La relación comercial con Ucrania es similar a la de los países de alrededor», dice Roberto Barros, director del área de Internacional de la Cambra de Comerç de Tarragona.
Al ente no le preocupa tanto un enfrentamiento armado in situ como las consecuencias que pueda haber en cuanto a presiones: «El problema no lo veo tanto en Ucrania como mercado, sino en que depende de cómo vaya la situación nos podemos encontrar con sanciones económicas contra Rusia y las relaciones con ese país sí son más potentes para nosotros que con Ucrania, simplemente por una cuestión de volumen, por tamaño de mercado. Represalias como las sanciones que se pusieron contra Irán o contra Sudán al final acaban afectando. Si pasa eso seguro que afectará a nivel económico, porque con Rusia tenemos muchos intereses». Entre compras y ventas a ambos países exsoviéticos, Tarragona tiene en juego un negocio anual de alrededor de 607 millones de euros.
«Nos preocupa sobre todo que se impongan sanciones económicas o vetos contra Rusia»Entre enero y noviembre de 2021 hubo 77 empresas tarraconenses que exportaron a Ucrania por un volumen de 12,1 millones que no es demasiado relevante. Tarragona le vende al país exsoviético productos como vinos, pescado o pasta de papel. El principal problema viene con la importación, porque se eleva a 166 millones de euros. De hecho, Tarragona es la provincia de España que más compra al mercado ucraniano. Esa cifra supera a todo lo que importa el País Vasco, Galicia o Madrid, fundamentalmente por un producto. «Las empresas de Tarragona son compradoras de cereales», indica Roberto Barros desde la Cambra.
Roberto Barros. Director internacional Cambra
Los informes de Comercio Exterior, a cargo de Icex, una entidad pública, así lo corroboran. El 82,3% de esas importaciones son cereales (136 millones en 2021). En menor proporción, productos textiles y somieres o colchones forman parte de esas adquisiciones. En total, el volumen de negocio de las compañías tarraconenses con Ucrania asciende a 178,2 millones, según los balances de 2021.
El combustible, clave
Pero, como sostiene Barros, aún más importantes son los vínculos con Rusia, el otro factor del conflicto en el este europeo que tiene en vilo a medio mundo, con una tensión variable. Las exportaciones ascienden a 35,5 millones, según los datos de enero a noviembre del año pasado, a cargo de un centenar de empresas tarraconenses. Tarragona compró por valor de 35,4 millones a un país que es el número 30 en el ranking de destinos de los productos de la provincia. Plástico, frutos secos o aceite de oliva forman parte de la lista de productos vendidos a los rusos.
Pero en la balanza comercial el peso vuelve a estar, como ocurre con Ucrania, en las importaciones, en las compras que realiza el tejido empresarial: se disparan a los 394 millones. De hecho Rusia se erige en el país número 11 en relevancia en importaciones. Es llamativo el hecho de que Tarragona sea la cuarta provincia de España que más le compra a Rusia, solo por detrás de Vizcaya, Murcia y Madrid. La clave está en los combustibles, que suponen 337 millones, el 85,6% del total. Se trata de una cantidad que ha ido creciendo en los últimos años y que en 2021 se duplicó, con una explicación clara: la presencia de la refinería y su necesidad de recibir el crudo.
Aún es pronto para saber cuál podría ser la afectación, porque el escenario geopolítico es incierto y se desconoce si va a estallar en un enfrentamiento directo entre potencias. «Si se prohíbe la exportación de ciertos productos a Rusia, puede afectar, pero ahora mismo lo vemos todo como espectadores, sin saber cuál va a ser la evolución», indica Barros, que lanza un mensaje tranquilizador: «No nos ha llegado nada de nerviosismo o inquietud por parte de las empresas. Solo se podría estar viendo afectado alguien que tenga inversiones en la zona en concreto donde hay más tensión. Por lo demás, todo dependerá de la decisión que se tome. Estamos expectantes».
Las estadísticas del Port de Tarragona muestran la importancia del país de Vladimir Putin en los negocios. Es el primer estado en importancia en cuanto actividad, al menos según la estadística de 2021 entre enero y noviembre. A su vez, el crudo está entre las principales mercancías. El Port indica que «en el ranking de principales países con actividad destaca la subida de Rusia al primer lugar, donde su principal tráfico es en los líquidos, pero muy seguido de sólidos a granel. Libia cae en la segunda posición del ranking con su principal actividad de líquidos».
En la relación con Ucrania, los empresarios españoles venden, sobre todo, bienes relacionados con automóviles y tractores (acapararon un 17,9% de lo facturado entre 2018 y 2020). En menor medida, España envía máquinas y aparatos mecánicos (8,3%); pescados, crustáceos y moluscos (4,9%), otros productos químicos (4,7%) y cerámica (4,3%).
«Se explora la vía diplomática para que no haya perdedores»
Entrevista a Ernesto Pascual. Profesor de Ciencia Política en la UOC
¿Cómo ve el conflicto?
Sigue abierta la puerta diplomática. El embajador ucraniano ya ha dicho que el país es capaz de dilatar su entrada en la OTAN. Aunque el gobierno le desmintió después, está claro que no sale un cargo a hablar así motu propio. Se sigue la vía diplomática. Estados Unidos lleva anunciando la invasión cuatro semanas pero ese no es el escenario. A nadie le interesa una invasión. A Estados Unidos no le interesa un conflicto en Europa. Tampoco a Alemania por su dependencia del gas ruso. Ni a Rusia le interesa invadir Ucrania.
¿No cree que vaya a haber una guerra abierta?
Rusia ha perfilado sus posiciones armadas pero ya tenía contingente de tropas en la frontera. Se publicitan las cosas, para crear una sensación de pánico y que eso ayude a cohesionar a los que están negociando. Se está trabajando bilateralmente, en negociaciones diversas, para ver cómo se logra desencallar la situación, por ejemplo volviendo a los acuerdos de Minsk.
Pero un bando saldrá ganando y el otro perdiendo.
La OTAN nunca va a decir que va a coartar el derecho de Ucrania a entrar pero, como todo, en diplomacia se puede decir una cosa y la contraria. Por ejemplo: decir que Ucrania tiene el derecho de entrar si quiere pero dando un periodo impreciso de años, en los cuales Ucrania no entrará o se estudiará su acceso durante un plazo largo. Respecto a Donbass, se puede volver a la cofederalización de esos territorios. Se consideran ya como parte de Rusia. El territorio depende más de Rusia que de Ucrania. Kiev se ha desentendido. Moscú está dando ahí servicios y pensiones.
¿Dónde estriba la principal dificultad de los acuerdos?
En cómo dejar bien a todo el mundo. Que Ucrania pueda entrar pero a al vez dar ciertas garantías a Rusia. Por eso se tarda tanto, para escoger las palabras precisas que dejen a todos satisfechos y no haya perdedores.
¿Tiene razones Putin para llevar a cabo esa política?
Aquí tendemos a imaginar a Putin como un señor con cuernos. Ahora pensemos que Ucrania se llama Cuba. Es la crisis de los misiles cubanos, pero al revés. Lo que ha mantenido el equilibrio de fuerzas, por triste que sea, es la capacidad de respuesta del otro, la reacción tras una agresión.
Los europeos tenemos parte de culpa, al expandirnos por ese espacio postsoviético, hasta que llegó el límite, Ucrania. Putin da una imagen no real de potencia de su país. Eso no significa que no tenga razones geoestratégicas.