Juana –nombre ficticio– tenía gas natural en su casa y ha tenido que quitarlo «porque no llegaba a pagar las facturas». Afirma que ha tenido que sustituirlo por un termo eléctrico y por mantas para así poder mantener su vivienda caliente y tener agua, ahora que el frío empieza a llegar a Tarragona.
«Al subir tanto el gas y con todos los impuestos que tenemos, veía que empezaban a dispararse las facturas, que me llegaban hasta los 300 euros ya desde hace años», expresa.
«No llegaba a pagar las facturas», vecina de Tarragona
Como el de Juana, más de 60.000 hogares de la demarcación de Tarragona –un 20%– del total, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, no pueden permitirse mantener su domicilio a una temperatura adecuada.
De todos los que lo afirman, tan solo algo más de 26.300 –un 43,8%– son beneficiarios del bono social eléctrico, un mecanismo que se viene aplicando desde 2009, cuyo objetivo es proteger a consumidores vulnerables.
Estos hogares también perciben el bono social térmico, una ayuda destinada a cubrir los gastos ocasionados por la cocina, el agua caliente y la calefacción de los consumidores más vulnerables.
«A muchas familias que conozco les pasa lo mismo e intentan poner el gas lo menos posible», mantiene Juana, quien añade que «prefieren utilizar el butano».
«Es muy difícil poder poner la calefacción y vivir como la clase media que éramos hace un tiempo», vecina de Tarragona
En esta línea, Josefa –nombre ficticio–, que es otra vecina de Tarragona, mantiene que «es habitual ver a los vecinos con bombonas de butano por la calle», una situación que otros vecinos, especialmente de los barrios de Ponent de la capital, certifican.
En su caso, Josefa tiene una secadora en casa que no puede utilizar: «La tengo desenchufada y la voy a poner en Wallapop por si a alguien le interesa comprarla, si no, pues me veré obligada a tirarla a la chatarra, aunque está en muy buen estado, pero no pienso usarla porque tenemos que ahorrar».
«Llevo dos meses pagando 160 euros en la factura, algo muy exagerado para ser solo tres personas y ni siquiera encendemos la estufa».
Josefa tiene que tender la ropa dentro de casa: «El tejado del edificio está en muy malas condiciones como para que alguien suba, cuando hace sol, sí que abro la ventana, aunque muchos vecinos cuelgan la ropa por la ventana hacia la fachada exterior, a pesar de que es algo que está prohibido».
«Al final, tenemos que poner mantas y más mantas», vecina de Tarragona
«Es muy difícil poder poner la calefacción y vivir como la clase media que éramos hace un tiempo; ahora solo existe la clase alta y la baja, y a la baja nos están hundiendo cada vez más», comenta Juana.
En esta línea, Inma –otro nombre ficticio de una vecina que ha preferido mantenerse en el anonimato–, argumenta que «con un solo sueldo, es casi imposible llegar a final de mes hoy en día».
La delegada territorial en Tarragona del Col·legi Oficial de Treball Social, Emma Pérez, comenta que «el coste de la vida ha subido mucho en los últimos años y los sueldos no lo han hecho tanto».
«La pobreza energética no es solo gente que no puede pagar las facturas, sino también la que se priva de calentar su casa para poder llegar a fin de mes», añade.
«La pobreza energética no es solo gente que no puede pagar las facturas», Emma Pérez, delegada territorial en Tarragona del Col·legi Oficial de Treball Social
Por otra parte, Fanny Asencio, activista de la Aliança contra la Pobresa Energètica en Tarragona, explica que «faltan datos que reflejen la afectación de la pobreza energética».
«Este es el resultado de cómo está estructurado el sistema, que es un oligopolio y está muy privatizado», añade Asencio, quien argumenta que «la falta de acceso al confort térmico puede provocar enfermedades respiratorias a largo plazo».
El bono social eléctrico
A día de hoy, un total de 26.354 hogares son beneficiarios del bono social eléctrico –11.075 de ellos vulnerables, 15.278 vulnerables severos y uno en riesgo de exclusión social, en la clasificación de receptores por categoría–.
Por tipología, 15.493 lo perciben por criterio de renta, 9.822 por ser familias numerosas, 685 por ser pensionistas con pensión mínima y 354 beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital (IMV).
Las ayudas, que forman parte del ‘escudo social’ vigente en materia energética, se prorrogaron hasta el 30 de junio de 2025. En esta línea, se mantendrán los descuentos del bono social eléctrico, aunque se normalizarán gradualmente hasta julio del año que viene.
«Llevo dos meses pagando 160 euros en la factura, algo muy exagerado para ser solo tres personas», vecina de Tarragona
Los descuentos eran, hasta septiembre, del 65% para los consumidores vulnerables y del 80% para los consumidores vulnerables severos.
A partir de entonces, se aplica una reducción del descuento de 7,5% por trimestre en relación con el total de la factura. De esta forma, actualmente y hasta el 31 de diciembre, el descuento para los consumidores vulnerables es del 57% y para los vulnerables severos del 72,5%.
No obstante, Pérez expone que «cuesta que lleguen las ayudas, especialmente a personas mayores». Le añade el tema de la burocracia, que dificulta el acceso en muchos casos, la mayoría en ancianos o en personas migrantes.
En este sentido, Laura Presicce, profesora en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del Centre d’Estudis de Dret Ambiental de Tarragona (CEDAT) apunta que «el bono no llega a todas las personas a las que debería llegar, y muchas de ellas no saben cuáles son los requisitos que deben cumplir, que son muy técnicos, porque a veces no pueden ni conectarse a internet».
«El bono no llega a todas las personas a las que debería llegar», Laura Presicce, profesora en la UOC e investigadora del CEDAT
«Las ayudas no siempre resuelven el problema porque lo que hacen es muchas personas es, precisamente, no poner la calefacción y conformarse con tener mantas en una habitación», destaca Pérez. Además, Presicce añade que «también recortan en la cesta de la compra, en gastos sanitarios, escolares...».
Se suma aquí el hecho de que las familias monoparentales o las familias numerosas son otros de los colectivos que más problemas tienen para mantener su vivienda a una temperatura adecuada.
Espacios municipales
La Taula de la Pobresa Energètica de Tarragona i Reus es un espacio de planificación, coordinación, análisis, debate, búsqueda de alternativas y propuestas de soluciones que garanticen el acceso al consumo energético de las familias con vulnerabilidad.
Desde este ente, los ayuntamientos de Tarragona y Reus trabajan de manera conjunta el tema de la pobreza energética y tienen conexión estrecha con la Taula del Govern de la Generalitat.
Por otra parte, el Punt d’Assessorament Energètic (PAE) del consistorio tarraconense es el servicio que presta atención de manera prioritaria y más específica a las unidades familiares que se encuentran en una situación de vulnerabilidad energética.
«La falta de confort térmico provoca enfermedades respiratorias a largo plazo», Fanny Asencio, Aliança contra la Pobresa Energètica
«Los puntos de asesoramiento sí que están llevando a cabo una gran labor de sensibilización y de información, pero debería mejorarse la comunicación por parte de las comercializadoras y de los gobiernos municipales», remarca Presicce.
Y es que la pobreza energética afecta especialmente a los barrios de las afueras de las ciudades, que en la mayoría de casos son los que están más degradados y los que, en consecuencia, tienen vecindarios con más problemas económicos.