Una violación cada quince días y más de un delito contra la libertad e indemnidad sexual a la semana entre los meses de enero y septiembre de este año 2023. Es un crecimiento del 240% y del 15,2% respectivamente si los datos se comparan con los que se registraron durante los nueve primeros meses de 2019 en la ciudad.
Un aumento que se alinea con el de los hurtos –de un 23,9%– y del tráfico de drogas –de un 5,6%–, pero que contrasta con la reducción del conjunto de delitos violentos, que han caído un 10,6% durante los últimos cinco años.
Es el saldo que dejan los sucesivos balances de criminalidad en Tarragona, publicados por el Ministerio del Interior a partir de los datos de denuncias ofrecidos por la Policía Nacional, la Guardia Civil, los Mossos d’Esquadra y la Guàrdia Urbana.
Se observa que el total de hechos registrados por infracciones penales sufrió una reducción significativa en los años 2020 y 2021 –de un 24,6% y de un 21,7% respectivamente en comparación con 2019, el último año que no se vio afectado por el coronavirus–. Tan solo el cibercrimen subió durante estos ejercicios.
Las estadísticas experimentaron un incremento fruto de la vuelta a la normalidad en 2022, con un aumento del 14,8% si se compara con 2021, y en este 2023, en que se ha notificado un crecimiento general del 13% respecto al año pasado.
Alejando la vista, los 6.860 delitos registrados en la ciudad de Tarragona durante los nueve primeros meses de este año representan un dato ligeramente superior a los 6.788 de 2019, pero aún se quedan lejos de los 7.439 de 2018.
No obstante, si se realiza una media de los crímenes cometidos entre enero y septiembre desde 2016 a 2023 –obviando los años afectados por la Covid-19–, se concluye que las estadísticas de este año no suponen un cambio significativo en comparación con otros.
Sin embargo, todos los expertos coinciden en que, cuando se analizan este tipo de registros, conviene centrarse en cada delito individualmente en lugar de valorar el conjunto, que ofrece una radiografía que no siempre es fiel.
«Las variaciones porcentuales deben cogerse con pinzas, ya que pueden llevar a engaño», advierte la criminóloga Helena Mulero. «En un cambio de uno a dos, la subida ya es de un 100%», añade.
Por su parte, Lluís Escoda, criminólogo y abogado en el despacho tarraconense Alta Advocats, comenta que «no puede hablarse de un crecimiento significativo de la criminalidad».
Los hurtos se disparan
La caída de la pandemia lleva consigo una mayor afluencia de los delitos en el espacio público: «Hay que pensar en que venimos de una época de confinamiento», puntualiza Mulero.
Los hurtos, por ejemplo, registraron en 2019 los datos más bajos desde 2014, primer año del que se conservan estadísticas desagregadas por municipios. Sin embargo, en este 2023, se han visto más delitos de este tipo que nunca en los últimos nueve años.
En palabras de la criminóloga, «son fáciles de cometer y cada año hay más gente que se suma». «Además, los delitos contra el patrimonio se denuncian con mucha facilidad para así cobrar los seguros», destaca.
Las infracciones por crímenes contra la libertad e indemnidad sexual también siguen una dinámica creciente últimamente. Porcentualmente, las violaciones son el otro tipo de crimen que más se incrementa en el último lustro. Son 53 casos este año, frente a los 24 que se notificaron en 2016, el primer año en que empezaron a contabilizarse.
«Hay una tendencia al alza, no tanto porque se produzcan más, sino porque existe una mayor conciencia de denuncia», expone Mulero.
Es un argumento que se ha venido esgrimiendo durante los últimos meses y que también remarca Escoda: «Los puntos que motivan la subida son una mayor concienciación social y la subida poscoronavirus».
Los últimos casos que se han incorporado a la lista son los relacionados con el cibercrimen: pasan de 634 en los nueve primeros meses del año 2022 a 775 notificados en el mismo período de este 2023. Un aumento del 23,8% que se suma al del 32% que se produjo entre el 2022 y el 2021.
Caen los delitos de fuerza
De los diez epígrafes generales que incluyen los balances del Ministerio, únicamente aumentan tres entre 2019 y 2023: los hurtos y los delitos relacionados con la libertad sexual y el tráfico de drogas –de estos últimos, tan solo hay dos más–.
Es decir, la subida que han experimentado estas tres infracciones esconde el decrecimiento de la mayoría de delitos: caen las lesiones, las sustracciones de vehículos y los robos con violencia e intimidación, y con fuerza en domicilios o establecimientos. Por otra parte, no hay cambios sustanciales en lo que se refiere a homicidios y asesinatos consumados, en grado de tentativa o secuestros.
De ello se desprende que la criminalidad violenta está experimentando una reducción. Teniendo en cuenta el conjunto de delitos violentos (homicidios y asesinatos, secuestros, contra la libertad sexual y robos con fuerza), las estadísticas reflejan una caída del 10,6% en comparación con 2019.
«En general, conviene ser positivos con estos datos, no son negativos y están equilibrados, ya que los delitos que más ‘caos’ generan, como los asesinatos y las lesiones, no tienen unas cifras excesivamente elevadas; lo serían mucho más en un país que tuviera problemas de inseguridad», reflexiona Mulero.
«¿Es Tarragona insegura?», se pregunta la criminóloga: «Es algo subjetivo y ahí ya no podemos entrar, ya que condicionan otros factores», responde.
El alcalde de la ciudad, Rubén Viñuales, admite que lo que preocupa es «el incivismo en el día a día: la falta de cuidado por el mobiliario urbano; hay que ponerse firmes con este tema y el Ayuntamiento está trabajando en ello».
«Estamos solucionando el déficit en la plantilla de la Guàrdia Urbana con la incorporación de 28 nuevos agentes», argumenta Viñuales, quien reivindica que Tarragona «fue la pionera de toda Catalunya en aplicar la ley aprobada por el Parlament contra las ocupaciones que provocan problemas en las comunidades», legislación a través de la cual ya se ha actuado en la ciudad.