El Renault Laguna estaba en un extremo de la rotonda. Capó abierto y tres personas, dos hombres y una mujer, en el exterior. La imagen no ofrecía dudas. Los ocupantes del turismo estaban mirando el interior del capó porque habían sufrido una avería.
Esta era su intención. Hacer creer que el coche estaba averiado para que alguien le echar aun vistazo. Alguien suficientemente crédulo e inocente que no viera que la avería era una trampa, un anzuelo para robar en su coche.
El aspecto de los ocupantes de este Laguna de color gris hizo que alguien llamara a la Guàrdia Urbana de Tarragona. Como mínimo para que les echaran una mano si era cierta la avería del vehículo.
Dos patrullas se acercaron a la rotonda y preguntaron qué les ocurría. La documentación de los ocupantes, tras pasar por la base de datos, alertó a los agentes que todos tenían antecedentes por robos y hurtos, aunque nada pendiente. Tras hablar con ellos, quedó claro que la avería no era tal y ante la ausencia de delito, los agentes les "invitaron" a marcharse.