«Que te den una oportunidad de trabajar es un chute de motivación», resume Paula Serra, delegada de Formació i Treball en Tarragona. Lo dice con conocimiento de causa, porque la misión principal de la entidad es la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión social.
Se trata, en su gran mayoría, de personas derivadas de servicios sociales por causas de lo más diversas: situación social y económica, parados de larga duración, personas migradas, víctimas de violencia de género, personas que han estado privadas de libertad... En resumen, ciudadanos con enormes dificultades para acceder al mercado de trabajo.
La entidad, que cumple 30 años, ha presentado su memoria del año pasado. En Tarragona facilitaron un contrato de inserción a 101 personas; de ellas 37 lograron empleo en la empresa ordinaria al terminar el contrato. Y la cifra no para de crecer. En los últimos cinco años la entidad ha duplicado sus puestos de empleo en Catalunya.
Además, gracias a un contrato de trabajo cuatro de esas personas (83 en Catalunya) pudieron regularizar su situación.
Serra explica que los perfiles que atienden son similares a los de años precedentes, con la peculiaridad de que las condiciones de vulnerabilidad se han agravado, igual que la situación emocional. «Está demostrada la relación entre salud mental y el tema laboral», recuerda.
Entre los programas que les permiten ofrecer empleo en Tarragona está la gestión de la recogida de la ropa usada en el Camp de Tarragona, así como las tiendas de ropa de segunda mano Botiga Amiga. Ofrecen, además servicios de paquetería verde (a pie y en triciclo eléctrico) y trabajos forestales, entre otros.
La entidad es la responsable también del comedor social Taula Amiga, un local con apariencia de restaurante donde no solo se cubren necesidades básicas sino que se fomenta la integración.
Entre todos sus programas, el año pasado la entidad atendió a 448 personas en Tarragona.
Más que búsqueda de empleo
Pero no se trata solo de encontrar un puesto de trabajo, sino de mejorar las posibilidades de que la persona pueda conseguir un empleo en la empresa ordinaria y mantenerlo.
Cada participante cuenta con una técnica de acompañamiento que se dedica a hacer un seguimiento personalizado de la situación laboral y social. Es alguien que igual le puede orientar sobre formación que ayudarle a buscar vivienda.
En lo que se refiere a las empresas que colaboran, Serra explica que cuando van a tocar la puerta por primera vez «hay que luchar contra prejuicios y estereotipos. Antes de conocer a las personas presuponen que es alguien a quien no querrían en sus equipos...La puerta suele abrirse muchas veces con las prácticas, donde pueden ver cómo trabajan y descubrir el valor que pueden tener en sus plantillas. A partir de allí siempre es más fácil que vuelvan a contratar».