La mayoría de pisos de uso turístico en de Tarragona se ha reconvertido en alquileres más convencionales. Reinventarse o morir. Y es que una de las principales consecuencias económicas de la pandemia ha sido el fin del turismo en la ciudad. Si no hay turistas, los pisos destinados a ellos no tienen ningún sentido. Algunos de ellos han optado por no perder la esperanza y tener los apartamentos cerrados hasta este verano, cuando se prevé que el turismo empiece a moverse. No obstante, la mayoría de propietarios han sido más conservadores y han apostado por reconvertir la licencia y hacer un alquiler temporal o residencial. Esto implica menos ingresos, pero más seguros. La mayoría buscan ahora inquilinos más estables, dispuestos a quedarse meses e incluso años en los pisos.
La prueba de ello es que en los portales inmobiliarios ha proliferado anuncios donde aparecen muebles de lujo y de diseño, mesas de desayuno preparado en terrazas asoleadas y con buenas vistas.
El cambio de estrategia por parte de los propietarios es generalizado en todas aquellas poblaciones turísticas. La particularidad en Tarragona está en qué, justo antes de la llegada de la pandemia, habían proliferado de manera considerable los pisos turísticos en la ciudad. No solo en la Part Alta, tal como estábamos acostumbrados en los últimos años. La Part Baixa era el blanco perfecto para muchas empresas que han visto truncado su proyecto.
Por norma general, aquellos propietarios que en su día contrataron una empresa para que les gestionase los apartamentos, son los que se han mantenido más firmes en su apuesta por los pisos turísticos. Deciden tener cerrados los inmuebles a la espera de que la situación mejore. Según las previsiones, este verano, con una parte importante de la población vacunada y con la posible puesta en marcha del carnet sanitario, esperan poder dar salida a sus apartamentos.
No todos lo ven igual. Hay algunos propietarios que, cuando vieron que las fronteras cerraban –en verano del año pasado–, decidieron reconvertir el alquiler. Manuel Sosa, abogado y experto inmobiliario, explica que, en estos casos, se buscan parejas jóvenes o trabajadores que necesiten una vivienda por un período de tiempo. «Hay propietarios reacios a alquilar el apartamento a chicos y estudiantes. Son pisos bien cuidados, con muebles de diseño y un cierto lujo. Les da miedo encontrarse con cosas rotas luego», apunta Sosa. «Muchos de los propietarios tienen claro que hasta que la cosa no mejore, no se van a arriesgar a tener los apartamentos vacíos y generando gastos», asegura Sosa.
Un ejemplo de empresario en el sector es Íñigo Rosell quien, además, es el presidente de los Apartamentos Turísticos en Tarragona y gerente de la marca Tarragona Suites. «Llevamos un año y pico cerrados. Es un desastre absoluto», asegura Rosell, quien, a modo de ejemplo, explica que «actualmente, el bloque de apartamentos turísticos que tenemos en la esquina entre Rambla Nova y calle Fortuny, no hay ni un solo piso alquilado». Hay un total de 14 y, en circunstancias normales, estarían prácticamente todos llenos.
En el caso de la empresa que gestiona Rosell, de los 90 apartamentos de uso turístico que tenía, unos 40 han están siendo alquilados actualmente como vivienda habitual. «Los hemos dado de baja como pisos turísticos, para darles la condición de residencial», apunta este empresario, quien añade que «los propietarios de los pisos exigen una mínima rentabilidad. En algunos casos habían puesto sus ahorros en un piso y ahora se encuentran con este drama. Prefieren menos dinero, pero más estabilidad en estos tiempos que corren».
Rosell no pierde la esperanza y cree que la cosa mejorará a partir de este verano. «Algunos de los apartamentos que gestionamos siguen cerrados a la espera de que la gente pueda empezar a salir», asegura Rosell, quien reconoce que «esperamos turismo nacional. Gente de Barcelona, dispuesta a conocer Tarragona en dos días, por ejemplo».
La situación, por el momento, es complicada. Este empresario tarraconense asegura que la única manera de sobrevivir a esta crisis es teniendo «un pequeña bolsita de ahorro». Rosell dice que «no hay ingresos, pero siguen habiendo pagos e impuestos».
Tarragona no es Barcelona
También nos cuenta su experiencia Joan Boronat, propietario de la inmobiliaria Finques Boronat de Tarragona. Él no se atreve a asegurar que la mayoría de pisos de uso turístico se hayan acabado reconvirtiendo en alquiler convencional. Pese a ello, Boronat reconoce que en su inmobiliaria ha visto dos casos de estos. «Un propietario me ha pedido que gestione dos pisos que hasta hace unos meses tenía en la plataforma Airbnb, para que le busque un alquiler habitual», explica Boronat, quien añade que «en este caso, prefiere tener menos ingresos y que el apartamento deje de generar gastos».
Según Boronat, la situación en Tarragona no es para nada equiparable con la de Barcelona, donde el precio del alquiler está bajando por aquello de la oferta y la demanda. «En Barcelona, hay mucho producto en el mercado y la competencia hace que se tengan que adaptar a los precios», explica Boronat.