«La Agència Catalana de l’Aigua (ACA) no relajará las restricciones para que vengan más turistas». Esas fueron las palabras de su director, Samuel Reyes, quien visitó ayer diversos puntos del Camp y fue el protagonista del círculo de conferencias ‘Bon dia Tarragona’, que organiza la Cambra de Comerç de la ciudad. Reyes descartó también el trasvase del Ebre hacia Barcelona, una posibilidad sobre la que se había especulado.
La gestión del turismo frente a la sequía ha sido tema polémico durante las últimas semanas: «El plan a seguir está sobre la mesa y se continuará actuando según lo previsto en nuestros estudios, que proyectan las situaciones de cara a futuro», remarcó el director.
«El consumo de Salou aumentará en agosto, pero es que el de Barcelona disminuirá, esto ya se ha tenido en cuenta y los turistas deberán tener las mismas limitaciones que los ciudadanos», añadió. Las restricciones se producen en la cantidad de agua que cada municipio capta para abastecer todas las actividades económicas, por lo que son los consistorios los que distribuyen.
«El área de Barcelona debe trabajar para ser autosuficiente», Samuel Reyes, director de la ACA
En este sentido, la presidenta de la Federació d’Empresaris d’Hostaleria i Turisme de Tarragona (FEHT), Berta Cabré, destaca que «el turismo es consciente del impacto que genera, por eso, el sector siempre ha intentado concienciar a sus clientes para que hagan un uso adecuado; los hoteles, campings y apartamentos tienen reductores de caudal en los grifos, cisternas de doble descarga...». Preguntado sobre la viabilidad ambiental del proyecto Hard Rock, el director de la ACA argumentó que «la Agència no tiene competencias para limitar actividades de este estilo, es el propio ayuntamiento quien debe analizar si tiene agua suficiente».
En los últimos días, el Col·legi d’Enginyers de Camins reclamó que se pudiera trasvasar agua del Ebre a Barcelona en caso de necesidad. «El Govern de Catalunya no lo tiene sobre la mesa; el Área Metropolitana de Barcelona debe trabajar para ser autosuficiente», expresó Reyes, quien quiso diferenciar los dos ámbitos que hay en Catalunya: las dieciocho cuencas internas, gestionadas por la ACA y al 25% de su capacidad, y las cuencas catalanas del Ebre, bajo el amparo de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Las primeras tienen una capacidad máxima de 700 hectómetros cúbicos, mientras que, en las segundas, se pueden llegar a acumular 2.500: «Esto provoca que la gestión de los recursos sea totalmente diferente», indicó Reyes.
Los usos, de hecho, varían. En las cuencas internas, un 44% se destina a usos domésticos, un 36% a agrícolas y un 20% a industriales. Por otra parte, en la zona del Ebre, un 95% va a parar a la agricultura.
La cultura de consumo de la población es un tema peliagudo, ya que, según el director de la ACA, «hay gente que no se enteró de que estamos en sequía hasta hace dos meses». Hace ya un año y medio desde que se declararon las primeras situaciones de alerta en diversos lugares.
Son más de treinta meses sin lluvias abundantes. 224 municipios de quince comarcas están en fase de excepcionalidad en toda Catalunya. Los acuíferos de muchos puntos están secándose por no estar conectados a la red supramunicipal. La situación es compleja en el conjunto del territorio. No obstante, según Reyes, «Tarragona es el territorio más resiliente porque, hace treinta años, hubo un acuerdo que posibilitó las inversiones del Consorci d’Aigües de Tarragona (CAT)».
«El sector turístico es consciente del impacto que genera su actividad», Berta Cabré, presidenta de la FEHT
Actualmente, la mayor parte del Camp de Tarragona está en prealerta, un estado en el que aún no hay restricciones. Pero las circunstancias de los embalses de la demarcación son pésimas: el de Siurana está a un 7,19% de su capacidad y, el de Riudecanyes, a un 7,96%. Hace un año, estaban a un 31,62% y a un 21,07% respectivamente. En palabras de Reyes, «estar en prealerta significa empezar a analizar los datos e iniciar actuaciones como la recuperación de pozos, ya que puede ser que dentro de poco se entre en alerta y tengan que introducirse restricciones».
Los payeses, al límite
El sector agrícola es uno de los principales receptores del golpe que suponen las limitaciones. Hace pocos días, la CHE comunicó el recorte del 50% de la dotación a las dos comunidades de regantes del delta de l’Ebre hasta finales de julio. Para Reyes, «esta no es una manera de funcionar porque, seguramente, los payeses ya tenían las plantaciones hechas y esto les va a suponer pérdidas». Rafael Verdiell, agricultor en la zona, expresa que «lo más increíble es que, hace veinte días, la situación era normal, no se nos había dado a entender que podía pasar esto», añade.
El responsable del agua en el Baix Camp de Unió de Pagesos, Josep Z. Ferré, explica que «los árboles no están brotando bien, la situación desanima e iremos a peor». «Los pozos están bajando, ojalá pudiera decir algo esperanzador, pero, como las cosas sigan así, a ver cuántos payeses quedamos, ya que los avellanos se morirán y podemos perderlo todo cuando el año pasado ya sufrimos y avisamos de lo que se venía», añade.
¿Soluciones de cara al futuro?
En 2050, habrá un 20% menos de recursos hídricos. A la larga, el cambio climático va a ir vaciando ríos y embalses. Ante esta situación, deberán movilizarse otros recursos. El uso de aguas subterráneas, la reutilización y la desalinización, más cara que la anterior, son tres de las principales alternativas.
«La regeneración, que se destina a diferentes usos, ha permitido que estemos mucho mejor que en 2008», argumentó Reyes. Sin embargo, las plantas de reutilización se irán incorporando progresivamente. Tal como explicó el director, para poder utilizar el agua que sale de la depuradora, es necesario que se mejore la calidad y que se desinfecte. Por eso, los permisos de uso los da el Departament de Salut, mientras que la ACA otorga la concesión.
«Vamos de camino a cero cosechas y a perder plantaciones, venimos sufriendo un estrés hídrico brutal», Josep Z. Ferré, responsable del agua en el Baix Camp de Unió de Pagesos
En la demarcación, hay tres estaciones públicas de regeneración: dos en la zona Vila-seca-Salou y una en la Selva del Camp. De cara al futuro, se proyectan seis más: en Valls, Altafulla, Reus, Cambrils, Mont-roig del Camp y l’Ampolla. En cuanto a la de Reus, en un inicio, se preveían unos 28 millones de inversión. No hubo acuerdo y, ahora, si se aprueba el plan de gestión hidrológico durante el próximo mes de mayo, se prevé una inversión de entre ocho y diez millones para empezar a desarrollarla: «Antes de verano, se licitará el proyecto tecnológico de construcción de la planta; de ahí hasta los treinta millones, hay que decidir dónde se pone el agua, si se construyen balsas, se hacen nuevos canales...». Además, se ha reactivado el proyecto de la planta desalinizadora del Foix, que se ubicaría entre Cunit y Cubelles.
Todas las alternativas son pocas para ponerse manos a la obra antes de que las pérdidas a lamentar sean aún mayores.