«Me da miedo convivir con el amianto. Dicen que es cancerígeno»

Vecinos del barrio del Serrallo de Tarragona denuncian el estado de abandono de una antigua fábrica de conservas, que tiene la cubierta de uralita y que se ha convertido en un nido de ratas y gatos

07 agosto 2024 20:37 | Actualizado a 08 agosto 2024 07:00
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Muertos de miedo. Así están los vecinos de las calles Callao y Espinach del barrio del Serrallo. Llevan años denunciando el mal estado de una antigua fábrica de conservas. Temen por su salud. Y es que la cubierta del inmueble está compuesta de placas de uralita que se encuentran muy deterioradas. Los vecinos piden a gritos que las administraciones les ayuden a solucionar el problema, ya sea contactando con los propietarios de la nave, o bien retirando de forma subsidiaria la uralita. Están preocupados porque, aseguran, han sido muchos los vecinos del lugar que han padecido problemas respiratorios y enfermedades de pulmones en los últimos años.

La uralita está prohibida en España desde el año 2002. De hecho, los propietarios tienen la obligación de retirarla de sus inmuebles cuando el material haya superado su vida útil de más de 30 años, o bien se encuentre en mal estado. En el caso de la fábrica de conservas del Serrallo se cumplen los dos requisitos.

La uralita se convierte en peligrosa para la salud cuando es manipulada. Es entonces cuando se generan las fibras de amianto, se dispersan por el ambiente y acaban siendo inhaladas por las personas. Angelina Pastor Font, una vecina que lleva 16 años viviendo en la calle Espinach, asegura que «hace unos años, dos hombres vinieron e hicieron dos agujeros en las placas. Desde entonces, podemos ver perfectamente el polvo que generan».

Angelina Pastor (vecina): «Llevo años denunciando la situación. No sé a dónde ir ni qué hacer para que hagan caso»

El barrio lleva desde 2008 denunciando esta situación. No saben qué más hacer para que les hagan caso. «Cuando hace viento, las placas de uralita se mueven e incluso alguna vez han salido volando. Entonces vemos como pequeñas partículas de amianto se dispersan en el aire. Esta no es manera de vivir», dice Maria Cinta Comí, una vecina de la calle Espinach.

$!«Me da miedo convivir con el amianto. Dicen que es cancerígeno»

La cubierta de uralita da directamente a las ventanas de las habitaciones de la calle Espinach. Los vecinos deben tenerlas siempre cerradas para minimizar así el riesgo.

Pastor asegura que ha llamado a todas las puertas posibles y que nunca nadie le ha dado solución. «En cada reunión de vecinos lo denuncio. Me da miedo convivir con el amianto. Dicen que es cancerígeno», añade la vecina, preocupada.

La asociación de vecinos presentará una instancia al Ayuntamiento «para dejar constancia»

El polémico inmueble está ubicado entre las calles Callao y Espinach. Desde la calle no se ve, pero desde las ventanas de los vecinos sí. Se construyó hace cerca de 80 años y era la fábrica de conservas Vidal, del conocido Tercio del Serrallo. Se elaboraba, por ejemplo, sardinas en lata. Colindaba con la antigua fábrica de hielo La Salvadora que, por cierto, también tiene uralita. El Tercio acabó vendiendo la nave a un señor de Valls que lo dejó como herencia a sus sobrinos. Actualmente, los propietarios estarían repartidos entre Valls y Barcelona, según explican los vecinos. «Les hemos llamado en varias ocasiones, pero parece que no quieren hacerse cargo», asegura Pastor.

Rafel Lluís, otro vecino del Serrallo, vivió frente a la nave más de 20 años. «Al principio no le dábamos importancia porque nadie sabía que este material era peligroso para la salud. Pero ahora, no entiendo como nadie actúa para retirarlo», explica Lluís.

Maria Cinta Comí (vecina): «Cuando hace viento, las placas de uralita se mueven y las partículas de amianto se dispersan»

Por su parte, el presidente de la Associació de Veïns del Serrallo, Sisco Cobo, se personó ayer mismo en el registro de la propiedad en busca de un certificado de titularidad de la finca. «Con esta información en las manos, presentaremos una instancia al Ayuntamiento para pedir que hagan alguna cosa. Al menos que tengan constancia de lo que ocurre», explica Cobo, quien añade que «alguien debe hacerse cargo de la retirada de la uralita, ya que genera un peligro real para la salud de los vecinos».

Por su parte, el Ayuntamiento es conocedor de la situación, ya que en el año 2019 se abrió un expediente e interpuso tres multas coercitivas a los propietarios. El Consistori también les ha requerido, en más de una ocasión, que realizaran un cierre efectivo de los agujeros. Años después, todo sigue igual.

Ratas, palomas y gatos

A la preocupación por la presencia de amianto, también se añaden las plagas de ratas, de palomas y de gatos. La nave está llena de animales y de insectos y han creado su propio microclima. «Hoy había un total de 21 gatos. Cuando llega la noche salen a la cubierta de la nave y nos observan. Hay autenticas matanzas de ratas. Es habitual ver un gato con una rata muerta en la boca», dice Comí. Pastor asegura que no puede ni tener la ropa tendida porque, alguna vez, se la ha encontrado llena de sangre. Además, el mal olor provocado por estas plagas invade las viviendas de las vecinas de la calle Espinach. «Es muy desagradable vivir así», explican las vecinas, desesperadas.

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