Como suele ser costumbre cada año, Tarragona ha rendido homenaje al patrón de los animales, Sant Antoni Abat, gracias a los Tres Tombs. Estos, que han pasado por las calles de Francesc Bastos, Ramón y Cajal y Rambla Nova, han permitido que la ciudad haya vuelto por unos instantes efímeros a las viejas costumbres del siglo XIX, muy relacionadas con la agricultura y la vida de nuestros antepasados.
«Me hace recordar a cuando era pequeña. A la vida en el pueblo con mis padres», ha comentado Maria Casanovas, que venía desde Montblanc.
Uno de los aspectos más destacados de esta edición ha sido la gran presencia de visitantes de pueblos o ciudades lejanas, que han acudido para ver cabalgar a los grandiosos y decorados equinos por las calles de la ciudad.
Carros y carrozas de Torredembarra, Reus, Montblanc o de comarcas como la Conca de Barberà han desfilado ante cientos de personas, quienes han disfrutado de una tradición que sigue fascinando a grandes y pequeños. «Me han gustado mucho los caballos. Mi carro favorito ha sido el de Estrella Damm», ha explicado Dani, de 11 años.
Los corceles han tirado de enormes carros decorados con todo tipo de detalles y cargados con un gran abanico de materiales, como lana de oveja, uvas, pan, troncos o incluso la gran carroza de la icónica marca de cervezas, que ha despertado el interés de los asistentes por las numerosas barricas que transportaba.
Los carros de transporte no han sido los únicos en desfilar por las calles, ya que al final del recorrido ha aparecido un último carruaje que ha representado las diligencias de los siglos XVIII y XIX. Esta ha sido otra de las carrozas que más miradas ha atraído, tanto por su nivel de detalle como por la vestimenta de los jinetes, fielmente recreada según la época.
Cuando los caballos han dado la segunda vuelta, ha llegado el turno de bendecir a los animales, tarea de la que se ha encargado el cura. Todos los caballos, burros y mulas han sido bendecidos, aunque también ha habido espacio para las mascotas de los tarraconenses, cuyos dueños han querido mantener viva la tradición.
La mayor presencia ha sido de perros, que se han acercado lentamente para recibir la bendición.
Así es como Tarragona ha regresado en el tiempo durante unas horas, y sin necesidad de máquinas.