Caras largas, silencio, enfado y, sobre todo, tristeza. Este es el ambiente que se respira cualquier día a las seis de la mañana en la Confraria de Pescadors de Tarragona. Y no es para menos. Los pescadores del arrastre han llegado al límite. No pueden más. Los recortes en los días de pesca, impuestos por una normativa europea, ha tocado y hundido a un sector que lleva años agonizando. Esta reducción de días para poder salir a faenar está obligando a los pescadores a amarrar las embarcaciones a puerto, y así poder salir durante el mes de diciembre, cuando los precios del pescado suben considerablemente a causa de la llegada de la Navidad. La situación es extrema y desde la Confraria de Pescadors de Tarragona alertan de que, poco a poco, se acerca el fin de este oficio.
La regulación europea marca que, en 2025, los días laborales para los pescadores del arrastre deben haberse reducido un 40% respecto al año 2019. El motivo es conservar el ecosistema del Mediterráneo, disminuyendo así las capturas. Para conseguir el objetivo, la administración va recortando días de forma progresiva. Cada año, y dependiendo de los puertos, se reducen entre un 6 y un 8% los días de pesca. La medida afecta a todo el litoral mediterráneo: desde el Port de la Selva hasta Sanlúcar de Barrameda, pasando por los puertos tarraconenses.
La normativa europea determina los días que pueden salir a faenar los pescadores, dependiendo del tamaño de la embarcación. Las divide en cuatro grupos. En la Confraria de Pescadors de Tarragona hay dos embarcaciones de menos de 12 metros de eslora, que pueden salir 144 días a lo largo de este 2022; once naves de 12 a 18 metros de eslora, que faenarán 159 días; seis de 18 a 24, que tienen permitido pescar 175 días; y finalmente, cinco de más de 24 metros, que deberán faenar este año 182 días. La pregunta que se hace todo el mundo es: ¿Cuál es el motivo o el criterio que justifica este reparto? Ningún pescador lo sabe.
«No entendemos como en un mismo puerto, puede haber tanta diferencia de días», explica la secretaria de la Confraria de Pescadors de Tarragona, Rosa Sans, quien añade que «hay algunas barcas que solo pueden salir a trabajar cinco meses al año, pero que deben pagar la seguridad social de sus empleados de todo el año. ¿Qué empresa aguanta este ritmo?». Para el sector, la medida es injusta. «Más teniendo en cuenta que aquí, en Tarragona, por voluntad propia, ya hemos parado dos meses y medio», comenta Sans.
Como ya pasó el año pasado en esta época, ahora, la mayoría de patrones deciden amarrar sus embarcaciones o no salir tan a menudo, para poder reservarse días y usarlos el mes de diciembre. En Navidad, el pescado sube de precio y los pescadores pueden recuperarse un poco. Jaume Sans, patrón de la embarcación Joan i Maria, es uno de ellos. «Solo trabajamos cuatro días de la semana. El quinto nos quedamos en tierra», explica el patrón, quien añade que «queremos asegurarnos poder pescar en Navidad».
No trabajar todos los días, no significa no tener que hacer frente a los gastos fijos. «Nos prohiben salir, pero tenemos que seguir pagando la seguridad social de los marineros. Además, del mantenimiento», explica Andreu Domènech, patrón de la embarcación Maria Ferré, quien asegura que «a parte de los recortes en los días de pesca, hay que sumar más cosas, como es la subida del precio del combustible y la bajada del precio del pescado».
Malestar interno
La medida de la reducción de días de pesca está generando incluso malestar entre los mismos pescadores. El conflicto por los intereses de unos y otros está servido. Y es que existe la posibilidad de repartir los días en caso de que una embarcación se averíe. Esto es lo que ha hecho la Confraria de Pescadors de Tarragona. Para que nos entendamos, si una barca debe quedarse amarrada por un problema de mantenimiento, los días que le pertocan a esta pasan a repartirse entre las otras. Es una manera de compensar las restricciones a las que se enfrenta el sector. Pero lo cierto es que la desgracia de unos es la suerte de los otros. «Las administraciones están utilizando la estrategia del divide y vencerás, para que el colectivo no luche por sus intereses», explica la secretaria de la Confraria.
En lo que casi todos los patrones coinciden es en qué, si pudieran, desguazarían su embarcación –es decir, la eliminarían–, y empezarían una nueva vida. «Nos sentimos perseguidos. No podemos más. Si lo que realmente quieren es que se acabe la pesca, que nos lo digan claramente. No hace falta perder más el tiempo», dice Sans. La secretaria de la Confraria de Pescadors de Tarragona asegura que al menos 10 de los 24 patrones del arrastre estarían dispuestos a desguazar sus embarcaciones. «Nos estamos acercando al final», asegura Sans.