Tarragona ya tiene nuevos gobernantes para los próximos seis días: el XLII Rei Carnestoltes y su XXIX Concubina. Su pueblo debe darles su merecida bienvenida. Ha llegado la hora de celebrar la esperada llegada de nuestro Carnaval.
Se acerca media tarde y centenares se empiezan a acercar a la plaça Corsini. Está diferente. Decoración, banderolas, un gran escenario. De hecho, ya no es la plaça Corsini. De ahora hasta el próximo martes es la Plaça de la Disbauxa, epicentro de las fiestas. Un día más suena el carillón del Mercat y, en cerrarse sus puertas, una veintena de estandartes y millares de plumas invaden es el espacio al ritmo de la charanga. Están aquí los reyes del Carnaval y sus coloridos séquitos. Disc45 y Colours Fantasy bailan y presentan por primera vez los vestidos confeccionados para su reinado. El séquito del Rei luce de naranja y azul, con su corona plumada. Las acompañantes de la Concubina, brillan de rosa chillón y plateado.
Rei y Concubina suben al escenario listos para reclamar el trono. Rubén Viñuales se arrodilla para entregar a sus majestades la simbólica vara que les concede el poder de la ciudad durante una semana. Hasta el próximo martes, el alcalde confiesa que aprovechará para «marcharse a las Bahamas». Los reyes proceden a pronunciar su ácido e irónico primer discurso. En este, tienen la simpatía de describir este periódico como «viejo y pasado de moda», critican la suciedad de la ciudad, el estado actual del catalán y a nuestra ciudad vecina, entre unos cuántos más. Todo un clásico. Finalizado el discurso, es turno de volver a bailar. Las plumas forman una comitiva festiva hasta el Teatre Tarragona, para dar pie a la gran gala real.
El desenfreno y la fiesta toma el control de Tarragona por unos días. Bajo órdenes reales, ahora nos tocará disfrutar de la música, el brillo, bailes, lujuria, pasión y sátira.