Los chalecos rojos que plantan cara a la pandemia

Cruz Roja. Francisco, coordinador de emergencias, ha estado en crisis en el extranjero; Marina trabaja en el albergue y entrega comida a sus vecinos. Así son los voluntarios

15 abril 2020 18:20 | Actualizado a 15 abril 2020 18:39
Se lee en minutos
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Francisco Túnez es el referente provincial de emergencias de Cruz Roja en Tarragona. Estos días su experiencia ha sido clave para entender lo que estaba pasando en esta crisis sin precedentes. En 2010 estuvo en Haití para colaborar en las tareas humanitarias de control de la epidemia de cólera que ocurrió después del terremoto y, en 2013, en Filipinas para la gestión de la emergencia tras el tifón Haiyán. En el territorio se ha ocupado grandes emergencias como incendios, inundaciones, movimiento de personas...

Pero tal vez una de las cosas más sorprendentes de todo ese currículum en emergencias sea comprobar que todo este trabajo lo realiza de manera voluntaria. En realidad el empleo que le da de comer es como funcionario de la Administración del Estado en la Agencia Tributaria.

Cuando se le pregunta si está viendo esta pandemia con la misma perplejidad que la mayoría de los ciudadanos reconoce que su sorpresa no ha sido tanta. «Sé que es fácil decirlo cuando ha pasado, pero con el movimiento acelerado de personas ya las enfermedades no se quedan en una isla, nos iba a pasar tarde o temprano aunque estuviéramos mirando para otro lado. Hay que pensar que el ébola, el cólera, la malaria... siguen allí, no se han extinguido», recuerda.

Túnez cuenta que estos días tiene la suerte de hacer teletrabajo, con lo que, después de terminar su jornada laboral se puede dedicar al voluntariado. Cuando él trabaja una técnica le suple.

Comenzó como voluntario de Creu Roja hace ya 30 años y lleva aquí más de la mitad de su vida, porque hoy cuenta 55. Lo primero que hizo fue un curso de primeros auxilios en la época en que la entidad se encargaba del servicio de ambulancias.

Le decimos que nos extraña que un trabajo tan especializado lo realice un voluntario, pero a el no le sorprende lo más mínimo, el voluntariado, dice, es un motor clave la entidad. Hay que recordar, por ejemplo, que su presidente provincial, Ramón Grau, también es voluntario.

Justamente Grau en estos días les dedicaba un mensaje de agradecimiento tanto a ellos como a sus familias por el esfuerzo y la dedicación de estos días.

Túnez recuerda que hay muchos voluntarios que por su vulnerabilidad, en especial por su edad, no pueden trabajar en la primera línea, pero se ha intentado reorientar su trabajo a otras labores, como las llamadas a personas vulnerables. Si a Túnez se le pregunta qué gana con este trabajo dice que el pago es «una gran satisfacción personal, saber que puedes ayudar a alguien».

Noches en el albergue

Marina Peláez también tiene 55 años y también es voluntaria. Estos días está trabajando en el albergue para las personas sin hogar que el Ayuntamiento de Tarragona ha encomendado montar a la entidad en El Serrallo. Hace ya años que trabaja a la atención a este colectivo, así que a algunos usuarios ya los conocía.

Pero, por si fuera poco, después de estar allí de 9.30 de la noche a 8 de la mañana, sigue trabajando como coordinadora en la oficina local de Salou, donde, entre otras cosas, se ocupa del reparto de alimentos y medicinas a sus vecinos. «Con los hoteles y restaurantes cerrados y los ERTES hay mucha gente que ya está en una situación crítica. Algunos no tienen paro ni ningún tipo de ayudas, nunca te imaginarías que en Salou, a tus vecinos, pudiera estar pasándoles esto».

Dice que sigue todas las medidas de seguridad y, aunque siente respeto «esta es una guerra sin balas que no vimos venir», no tiene miedo de contagiarse.

Pese a descansar poco, se la escucha contenta, dice que esta crisis le está enseñando mucho sobre la capacidad de aguante y adaptación de los seres humanos. Pone el ejemplo de las personas sin hogar «son almas libres, es verdad que están bien atendidas, pero llevan allí confinadas un mes y eso requiere mucha fuerza mental».

Comentarios
Multimedia Diari