La Tarragona submarina que «está en riesgo»

Medioambiente. La pesca deportiva, los temporales y la presencia de embarcaciones de recreo son algunos de los principales riesgos existentes

11 julio 2022 21:11 | Actualizado a 12 julio 2022 07:00
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La borrasca Gloria y los temporales que han venido más tarde han puesto de manifiesto la situación de emergencia del litoral. Sin embargo, algunas de las actuaciones que se han llevado a cabo, como la reposición de arena, tienen efectos secundarios sobre el fondo marino que, por otro lado, ‘lucha’ contra otras amenazas como puede la pesca deportiva y la presencia de embarcaciones recreativas, cada vez más presentes. «El esfuerzo del Servicio de Costas permitirá salvar la temporada turística, pero esto servirá para que lo que queda de cydomocea nodosa quede colgado», indica Jaume Folch, biólogo de la URV.

Las praderas de esta planta submarina permiten la retención de arena, mitigando los efectos del fuerte oleaje. Folch asegura que antes del Gloria eran presentes en todo el tramo litoral, en la zona a partir de ocho metros de profundidad, desde Altafulla a Tarragona, propiciando la cría de pulpos, sepias, calamares y sardinas, entre otras especies. «Son una maquina de producir vida», añade Folch. Sin embargo, una de las principales amenazas son los amarres de las embarcaciones, que en zonas como la Punta de la Móra y el entorno de la Roca Plana cada vez son más presentes.

Cada vez que se tira un ancla para fondear se dañan estas praderas, por lo que la restauración y preservación de estos hábitats es uno de los principales objetos de trabajo de la empresa Deepsea Numerical. Esta spin-off de la URV, creada hace un año, colabora con el Diving Center Tarraco, para aplicar actuaciones de mejora en el medio marino.

Las plantaciones de posidonia retienen la arena y fomentan la biodiversidad

Tras años de investigación, la compañía ha creado una especie de macetas para plantar posidonia. «Utilizamos materiales que no perjudican la vida marina y que ecológicamente son neutros, sin ácidos y con un PH neutro», apunta el responsable de la empresa, Quim Roca. La planta queda protegida lo que facilita su supervivencia, facilitando el hábitat.

En septiembre del año pasado, la compañía experimentó con estos materiales en un proyecto impulsado por el Port de Tarragona, desde la playa del Miracle a la Escollera. También se depositaron columnas romanas, ánforas y capiteles. «Un mes más tarde estaban pobladas de microbiología, algas y esponjas. Son un arrecife de biodiversidad contra los movimientos de arena», sentencia Roca. En zonas como California y Australia se están impulsando iniciativas de estas características para luchar contra el cambio climático y que facilitan la biodiversidad. Asimismo, estos especialistas se miran con interés la playa de Torredembarra, que no han desaparecido. «Tiene tres arrecifes naturales que hacen de barrera para que la arena no se vaya», dice Gabriel Quiroga, director técnico del centro de buceo Diving Center.

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«Hemos visto camiones y camiones de arena y una semana más tarde ya había desaparecido», afirma Roca. Por este motivo, defiende la aplicación de nuevas medidas que permitan que estas soluciones se conviertan en una fuente de diversidad.

Quiroga conoce muy bien el fondo marino de la ciudad después de quince años en el centro de buceo. Desde caballitos de mar a morenas, e incluso alguna langosta, pueblan las aguas marinas. «El fondo marino está en riesgo, estamos a tiempo de cambiarlo, pero hacen falta acciones», afirma.

Folch afirma que «el mar de Tarragona es precioso y muy valioso». En el entorno del parque subacuático se contabilizaron más de 300 especies invertebradas en un ámbito de dos campos de fútbol. Pese a ello, lamenta que «Tarragona es el ejemplo de nula gestión y de abandono absoluto del sistema litoral. Siempre se toman medidas de última hora a la desesperada y en contra de cualquier sentido común». Y las aportaciones de arena no son la solución. «Una playa no es una piscina. Pretendemos que sea un jardín, pero estamos en el Mediterráneo y tiene sus propias normas y no nos estamos dando cuenta de que estamos poniendo en crisis todo el sistema», concluye.

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