Mejoras en hogares del jubilado, remodelación de parques, nuevo mobiliario para guarderías, ramales de suministro de agua, ampliaciones de polideportivos, pavimentación de calles, proyectos urbanísticos e incluso mantenimiento ferroviario. Hasta obras de más de un millón de euros han sufrido parones en la provincia al haberse resuelto como desiertas en los últimos meses. Más de 50 actuaciones de distinta envergadura se han quedado vacantes, en la mayoría de casos por el alza de los costes de los materiales pero también por la crisis global de suministros.
Algunas de ellas se han tenido que licitar de nuevo, con los precios revisados. Es lo que ha sucedido, por ejemplo, en Montblanc (Conca de Barberà), con el nuevo puente de Bolovi sobre el Francolí, arrasado en 2019 por la riada. «Lo íbamos a hacer con una ayuda de la Generalitat y también de la Diputació. El presupuesto inicialmente era de 500.000 euros, pero quedó desierto. El puente era todo de cemento y de hierro y los materiales se habían encarecido mucho. Hubo que añadir 210.000 euros más», explica el alcalde de Montblanc, Josep Andreu. «Entonces no hubo ninguna empresa interesada pero ahora sí y lo vamos a sacar adelante», cuenta el máximo representante municipal.
Esta situación ha sido común en prácticamente todos los municipios. Un estudio de la Cambra de Contractistes d’Obres de Catalunya cifra en más de 50 los proyectos desiertos entre 2021 y 2022, aunque la cifra real puede ser todavía superior y afecta también a iniciativas de los fondos Next Generation. En 2020 hubo 19 proyectos que no hallaron quien se encargara de ellos. En 2021 la cifra subió a 24, pero aún es más llamativa la comparación con este año. De enero a agosto de 2022, ha habido 28 proyectos encallados en el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre, el doble que en el mismo periodo del año pasado (16), según los recuentos de la cámara catalana.
En algunos casos, la afectación sobre la ciudadanía es directa, como ocurre en L’Espluga de Francolí, también en la Conca. Los severos problemas de sequía y restricciones que padece el municipio habrían quedado solventados de haberse podido llevar a cabo una gran obra pendiente. «El ramal del Consorci d’Aigües de Tarragona quedó desierto. Si todo hubiera ido bien la obra ya se habría acabado y no tendríamos estas restricciones de agua», explica el alcalde, Josep Maria Vidal. Se trata de una conexión para llevar agua del río Ebre al municipio y suministrarle en ocasiones excepcionales, como la sequía de este año, cuando los acuíferos no han dado más de sí por al falta de lluvia. «Llevábamos más de cuatro años haciendo gestiones para este proyecto de alta complejidad», dice el edil.
Reformular el proyecto
La inflación ha echado al traste con esa actuación, y con las cuentas, grosso modo: medio millón de la Agència Catalana de l’Aigua y otro tanto de la Diputació que habrían valido para cubrir una obra de alrededor del millón de euros. «La obra quedó desierta en enero. Ha habido dos revisiones de precio que han encarecido el proyecto un 70%», admite Vidal.
Así que esa infraestructura, vital para no tener las actuales restricciones de 12 horas de agua, se está ahora replanteando. «Tenemos que redactar un nuevo proyecto y probar de nuevo, aunque es mucho más caro. Son 1,7 millones y tenemos que buscar una financiación adicional por ese encarecimiento», expone el máximo representante musical. La idea es poder licitar en 2023 y reiniciar un proceso cuyas obras durarán alrededor de nueve meses.
El sector público, víctima
Toda la administración pública está siendo afectada por esta coyuntura, especialmente las corporaciones locales. Hay decenas de ayuntamientos en Tarragona que no han podido sacar adelante sus proyectos, al menos en un primer momento, pero también se han visto en esa tesitura Consells Comarcals, la Diputació, el Institut Català de la Salut, institutos de investigación, la Generalitat o el Gobierno Central, así como diversas empresas municipales.
La Cambra expone en su último informe que desde el inicio de la guerra de Ucrania «materiales como el hierro, el níquel, el aluminio y la madera han experimentado fuertes incrementos en los precios y los costes de la energía se han disparado a niveles inasumibles para algunas empresas». Toda esa incertidumbre, según expone la Cambra, hace que «muchas licitaciones queden desiertas ante la elevada inestabilidad en los precios y la falta de mecanismos» para adaptarlos a una inflación que en Tarragona ha llegado a escalar más allá del 11% durante este año. En Catalunya, unas 370 obras se han quedado desiertas por no tener nadie que las haga, por un importe total de más de 95 millones. En Tarragona, la cifra afectada supera los 10 millones.
La Cambra propone actualizar las licitaciones de acuerdo con los precios de mercado, entre otras medidas. «Hay que agilizar los procesos de licitación con actualización de precios y la aplicación de la revisión extraordinaria de tarifas para evitar que la situación en el sector se agrave», indica Lluís Moreno, presidente de la Cambra de Contractistes.
Especialmente delicada es la situación porque también están en juego los Next Generation. Una parte del proyecto de bici compartida en Reus, que ha sufrido retrasos por la escasez de suministros, está financiada con esos fondos europeos. También ocurre lo mismo en Tarragona con las obras de urbanización en las céntricas calles López Peláez y Josepa Massanes. El procedimiento se declaró desierto este mes de julio porque ninguna empresa presentó ofertas.