El gobierno de Salvador Illa llegará más tarde o más temprano. Sometida como está la agenda política catalana al regreso de Carles Puigdemont y las consecuencias que conllevará su más que previsible detención (paralización de la sesión de investidura durante unos días como mínimo), el tiempo que le queda a Salvador Illa para decidir nombres y cargos se acelerará estos últimos días.
Dirán muchos que la territorialidad de los cargos no es lo que importa. Que lo único que hay que valorar es la competencia de las personas que los ocupan. Sí, pero no. Este es el argumento de los territorios que saben que van a estar altamente representados. No es el caso de Tarragona. Salvo contadas ocasiones, la presencia de políticos tarraconenses en los gobiernos de la Generalitat ha sido escasa. Nombres con cuentagotas. Uno, máximo dos por gobierno ya sea en el caso de Quim Torra, Pere Aragonès o Carles Puigdemont. Casi que deberíamos remontarnos a la época del Tripartit para obtener una representación proporcional a la importancia del territorio.
El nombre no lo es todo. El número no lo es todo, pero seguro que mejor tener nombre y número asegurado en el próximo gobierno y sottogobierno de Salvador Illa, que confiarlo todo a la buena voluntad.
Una galaxia no tan lejana
Cualquier galaxia se compone de cuerpos celestes de variado peso específico y velocidad. No pretendemos ser astrónomos ni astrólogos (no es lo mismo pero hay días que se parecen bastante). Los nombres que aparecen ya han sido protagonistas de otras quinielas, así que no hay sorpresas. Pero constatar algunas constantes: no sobran los nombres, nos ha costado ver posibles candidatos o candidatas en la sombra, o sorpresas posibles, y la paridad es compleja. Dos ideas que no tienen porqué significar nada. Nadie sabe qué tiene Salvador Illa in mente, pero a simple vista ya podemos ver que esta no es una galaxia repleta de estrellas. Ni de órbitas. Hay unos cuantos cometas, que la circunvalan. Pero con los cometas ya se sabe, pueden pasar de largo o impactar y provocar la extinción de los dinosaurios (es una metáfora, no se lo tomen al pie de la letra). Está por ver. Pero algunas ideas sí que podemos provocar si analizamos con atención el cuadro que acompaña este análisis.
Conseller/a de Industria
En el pacto de gobierno que firmaron el PSC y ERC hay un capítulo que no debería pasarnos desapercibido: el dedicado a los proyectos industriales del Camp de Tarragona. Si a él añadimos el acuerdo específico sobre la descarbonización de la industria catalana (en gran parte establecida en nuestras comarcas), nos da un sumatorio muy interesante para poder pensar que el gobierno Illa tendrá una conselleria destinada a la reindustrialización verde y a la descarbonización de la industria altamente consumidora de energía fósil.
Lo que todos entenderíamos por una consellera o un conseller de Industria. No se trata de que esa persona destinada a ocupar este cargo que proponemos (aunque el futuro president puede hacer lo que considere con nuestras sugerencias) tenga que haber nacido en Tarragona o en Terres de l’Ebre, pero si tal puesto existe, esa persona debería conocer la realidad tarraconense como la palma de su mano. Y de paso, compartir la idiosincrasia tan nuestra, tan real, pero tan exagerada a veces, de sabernos el territorio olvidado, el menos amado, el hermano pobre, el que sufre las infraestructuras, el que produce la energía y el que tiene que soportar a unos vecinos que van de exquisitos y que no tienen «espacio» para los proyectos que parece que sólo pueden ver la luz en nuestras comarcas.
La ruptura del Procés
El Procés ha sido una trituradora de partidos políticos. Todos han sufrido la ruptura interna que supuso el octubre del 2017 y sus posteriores consecuencias. El último partido en padecer esta acción aplastante ha sido ERC que hasta ahora había navegado con mayor pericia o quizás con menor desgaste las consecuencias del tsunami del Procés. Cada partido ha visto cómo la cuestión independentista provocaba una desbandada de militantes (el PSC en Terres de l’Ebre por ejemplo) o una llegada de nuevos simpatizantes o crecidas electorales o debacles.
También a tener en cuenta la brecha generacional entre los políticos pre-Procés y los políticos post-Procés. No se tiene la misma predisposición al diálogo ni al acuerdo, tras los años de división profunda en la sociedad catalana y de represión del movimiento independentista. Esta hace que algunas «viejas glorias» del PSC en Tarragona puedan acudir al rescate. Quizás no en el gobierno pero sí en lo que se conoce como sottogoverno, es decir en los más de 500 responsables políticos que necesita el Govern de la Generalitat para funcionar.
Vestir santos
«No desvestiremos a un santo para vestir a otro» me confesaba un militante del PSC. Que el PSC es un partido de alcaldes no es una novedad. El Manual de Política Municipal de los socialistas será estudiado en las universidades americanas si no lo están haciendo ya. Los alcaldes del PSC son los guardianes de las esencias. No ha sido extraño que un alcalde sea conseller o president. Pero ahora parece casi imposible. La mayoría son jóvenes «pero aprenderán» me aseguraban fuentes de la vieja guardia, y llevan apenas un año en el cargo (a excepción de Pere Granados, pero me remito al tema de los cometas).
Los alcaldes de Tarragona y Reus formaban parte del govern alternatiu que Illa había presentado en marzo de 2021, pero la propuesta no parece que pueda consolidarse en un futuro gobierno. Desvestir alcaldías recientes para vestir un govern no parece que sea una idea con muchos seguidores. El caso del alcalde de Mont-roig y actual presidente de la Federació del PSC puede ser una excepción. Podría, pero Mont-roig está a las puertas de vivir una inversión estratégica fundamental que el propio alcalde ha pilotado. Quizás resultaría más eficaz como Delegat del Govern en Tarragona. Es una posibilidad. ¿Quién entonces? Seguro que casi podemos afirmar que no lo será Javier Vilamayor, actual responsable de Programas del PSC y uno de los hombres de confianza de Illa. Su perfil va más con las sombras que con las luces, en la política discreta. ¿Por qué no Josep Fèlix Ballesteros? Hay que reconocer que el socialismo catalán aguanta bien el paso de los años, y el exalcalde puede ser un buen candidato. No sabemos si él piensa lo mismo. Rosa M Ibarra suena en las quinielas, como lo hace Joaquim Paladella. Pero hay un nombre que se nos antoja distinto: Francesc Vallés. Años en la Moncloa junto a Pedro Sànchez. ¿Querrá volver a casa? Por qué no... Nunca es tarde si la dicha es buena.