De hecho esa es una de las cosas que más valoran Aina Alcalde y Marc Hunovan, dos de los alumnos que están participando en la actividad. «Te hace ponerte en situación, pensar en cómo sería la experiencia de trabajar en un laboratorio real» dice él, mientras que ella reconoce que en el laboratorio se lo está pasando «muy bien». Ambos están pensando en estudiar carreras del ámbito científico y coinciden, por ejemplo, que una de las cosas que más les ha gustado es poder usar una llama.
Lozano explica que pasar pos esta experiencia puede ser ‘inspirador’ para los alumnos en un momento en que deben tomar decisiones sobre a dónde dirigirán sus estudios. Es una forma de fomentar las vocaciones científicas y en especial en el campo de la química «que es muy versátil» y que abarca desde la industria farmacéutica a la agropecuaria.
Pero el fin último en realidad es que tengan acceso a la experimentación «que es la base del aprendizaje» y reforzar contenidos, apunta, algo que no siempre es fácil teniendo en cuenta el equipamiento que hay en los institutos.
La experiencia de los jóvenes termina con una visita al centro de producción de BASF. La empresa impulsa, además, un programa específico para alumnos de primaria.
Un grupo de chicos se arremolina alrededor de unos tubos de ensayo. El líquido que contienen, aparentemente idéntico, comienza a cambiar de aspecto según aumenta la temperatura a la que son sometidos. Ninguno quita ojo a lo que está pasando y resolver la incógnita de lo que sucederá a continuación casi consigue el nivel de expectación que provoca saber lo que sucederá en el siguiente capítulo de su serie favorita.
La escena tiene lugar en los laboratorios de la Escola Tècnica Superior d’Enginyeria Química de la URV, aunque quienes la protagonizan no son estudiantes universitarios, sino de cuarto de la ESO; en este caso del instituto Lluís Domènech i Montaner de Reus. Son parte de los 463 alumnos de 11 centros de la demarcación que participarán este año en el programa Teens’ Lab, una iniciativa de la empresa BASF y que lleva adelante URV Divulga.
La actividad, para la que hay lista de espera, se reemprende después de la pandemia. En esta oportunidad los centros que participan son el Institut Campclar, el Martí i Franqués, el Col·legi Joan 23 y el Mare Nostrum de Tarragona; el Institut Collblanc de La Canonja; el Institut Altafulla, el Institut Fontanelles de Les Borges del Camp; la Escola Maria Cortina, el Institut Domènech i Montaner y el Josep Tapiró de Reus y el Col·legi Turó Constantí.
El laberinto de las sustancias
Los adolescentes pasan toda una mañana realizando experimentos, y la idea es que puedan llegar a conclusiones por sí mismos con la ayuda de alumnos de la universidad.
La actividad se titula ‘El laberinto de las sustancias’ y el objetivo es, justamente, descubrir las propiedades y características de las sustancias que se encuentran en 16 recipientes. La mayoría podrían encontrarse en cualquier cocina como azúcares, sales, levadura o amoníaco.
Los experimentos van desde algo tan sencillo como utilizar la vista o el olfato para determinar algunas propiedades, hasta entender cómo el dióxido de carbono que se produce en la fermentación es el responsable de que un pastel ‘crezca’ en el horno, o medir el pH de las sustancias. Entre los momentos más celebrados está cuando descubren que algunas sustancias dan una llama de un color. Un buen ejemplo de la aplicación de esta propiedad son los fuegos artificiales.
Carles Lozano, coordinador de URV Divulga, explica que todas las actividades que se realizan son operaciones básicas y están adaptadas al currículum que los alumnos ya han visto, pero con el aliciente de encontrarse con un laboratorio y equipamiento profesionales (y un estricto protocolo de seguridad también profesional; todos llevan bata y gafas de protección). De hecho la actividad se hace en estas fechas porque son las únicas en que los laboratorios están vacíos ya que los estudiantes de la URV están en exámenes.