«Nosotros es que somos muy de salir ¿sabes?» dice Ana Sánchez mientras repasa las fotos de las actividades que han hecho durante este verano los usuarios de la Llar Residència Estela para personas con discapacidad que desde marzo de este año cambiaron su antigua sede en la zona educacional, en Sescelades, por las nuevas instalaciones en la Rambla Vella, en el mismísimo y concurrido centro de la ciudad.
Hay fotos en las fiestas de Sant Roc «que ahora son las fiestas de nuestro barrio», en las de Sant Magí, en la playa del Miracle, en una exposición, en el Camp de Mart «nos invitaron a un festival y fuimos a conciertos todos los viernes de julio», en el Caixaforum, comiendo un helado... «Ha sido una pasada, este verano no lo vamos a olvidar nunca», resume. Son actividades que cuando estaban en la ubicación anterior eran mucho más difíciles de emprender por la distancia y porque la frecuencia de los autobuses en fines de semana y festivos (cuando no había clases en la universidad) era mínima.
Y es que estar en el centro de la ciudad ha supuesto un salto enorme en la integración de las personas que viven en este recurso impulsado por la Xarxa Santa Tecla. En la residencia viven 24 personas de entre 20 y 61 años con distintos grados de discapacidad intelectual o enfermedad mental «y la ciudad nos ha recibido con los brazos abiertos». Relata que pueden parecer detalles pequeños, pero «salir a tomarte un café en el bar y que te salude el camarero es algo que valoran mucho. No paran de dar las gracias a todas las personas, todo el tiempo», relata Sánchez.
Hace unos días hasta organizaron una fiesta hawaiana en la discoteca debajo de la residencia....Y como están más cerca del Ayuntamiento ya conocen a algún concejal y le saludan por su nombre.
Vacaciones de no parar
Aunque hasta ahora solo hemos visto lo que han hecho dentro de la ciudad, porque este pasado mes de agosto, el de vacaciones (todos trabajan durante el año en un centro ocupacional o en un centro especial de empleo) contaron además con una aportación de la Diputació de Tarragona. Esto les permitió participar en otras experiencias que decidieron en asamblea, como todo en la Llar. Fueron al Aquum Spa, al Bioparc de Valencia, al Poble Espanyol... Siempre con la premisa de trabajar la autonomía. Iban con monitores, pero cada uno tenía su dinero para comprar su billete de autobús y tenían que enterarse en qué anden paraba, ejemplifica.
La evolución en integración y autonomía de los usuarios ha sido enorme en poco tiempo explica la directora, pero le preguntamos qué gana la ciudad con la experiencia de tenerles en pleno centro y dice que «diversidad, ver que no todos podemos cruzar los pasos de peatones en 17 segundos o que hay quien se ríe más alto de la cuenta y no pasa nada».
Acabamos con un pequeño recorrido por la Llar, espaciosa y luminosa. El impecable orden que encontramos en todas las estancias daría para otro reportaje.