En la clase de los Periquitos del Institut-Escola L’Agulla del Catllar la fecha que aparece en la pared todavía es la de el 12 de marzo de 2020; último día antes de la apresurada suspensión de clases que precedió. al confinamiento.
Pero la fecha, que las maestras dejaron expresamente para que la cambiaran los niños, era de las pocas cosas que permanecían igual en esta clase de P4. Las mesitas, para dos, ahora contaban con una sola silla y estaban bien separadas unas de otras. El material era para uso individual y los juguetes se habían esfumado.
Estaba previsto que ayer esta fuera una de las aulas que acogiera a los primeros alumnos después de 80 días de cierre. En las regiones sanitarias en fase 2, como las del Camp de Tarragona y Terres de l’Ebre, este lunes era el primer día en que los centros podían abrir para atender especialmente a los alumnos que cambian de etapa: los de 6º de primaria, los de 4º de la ESO, los de 2º de bachillerato y los 2º de ciclos de FP. En todos los casos la asistencia es voluntaria.
No obstante en las escuelas los que, en principio, pueden acudir cada día hasta el próximo 19 de junio (cuando acaba curso), son los de educación infantil (3 a 6 años) quienes pueden hacerlo de 9 a 13h si ambos padres trabajaban fuera de casa.
En esta escuela de El Catllar 29 familias con niños de infantil habían manifestado que asistirían, pero al final no se presentó ninguno. En la puerta les esperaban el director, Francesc Seritjol, y un buen grupo de docentes con todo preparado para mostrar cómo debían ser las entradas y salidas, los itinerarios, las medidas de seguridad... Hacia las 11 de la mañana tres alumnos de quinto de primaria fueron los primeros en estrenar las normas.
Más niños en el parque
No obstante, la presencia nula o mínima de alumnos no fue exclusividad de esta escuela, sino más bien la tónica general. En la Escola Cèsar August de Tarragona, por ejemplo, habían anunciado que acudirían apenas 6 alumnos de infantil, pero al final solo fueron dos. Una de ellas era Emma, de P4, que, como explicaba Ana, su madre, echaba mucho de menos a sus compañeros.
Ana contaba que había llevado a la niña porque notaba que necesitaba contacto con otros niños y un poco de motivación para seguir con las tareas de la escuela; algo más difícil de encarar en casa. En lo que se refiere a la conciliación ella y su marido van a turnos, así que llevar a Emma unas horas a la escuela les ayudaba poco. Además tienen un hijo mayor que, al tener 7 años, no está entre los que pueden ir a la escuela cada día.
Emma salía contenta, saludando y preguntando por la comida porque no hay comedor. Después las maestras que la acompañaban reconocían que trabajar con niños de estas edades y mantener la distancia es complicado. «Si se ponen a llorar lo primero que te nace es cogerles en brazos, pero ahora tienes que conseguir calmarlos con la palabra... Si es un ensayo para lo que vendrá en septiembre va a ser duro para nosotras», reconocían.
Paradójicamente ayer habría más niños en el vecino Parc del Francolí pese a que la zona de juegos infantiles permanece cerrada. Algunos padres explicaban que no llevan a los niños a la escuela porque no trabajan los dos fuera de casa, otros porque ya se habían ‘apañado’ y también había quienes no lo tenían claro por el miedo al contagio.
En otras escuelas de Tarragona, como la de Torrreforta, no acudieron alumnos de infantil; en Pràctiques fueron cuatro y en Pau Delclòs nueve. En el col·legi Aura de La Canonja fueron cinco. En la mayoría, tanto en los públicos como concertados, acudieron menos niños de los anunciados.
Y es que, para poder asistir a los centros este mes de junio los padres tienen que firmar una declaración de responsabilidad y anunciar que acudirán, porque los grupos de clase, además de limitados en número, son siempre los mismo. La idea es que, si se diera un contagio, se pueda acotar las personas con las que el niño ha tenido contacto estrecho.
Las llars d’Infants también estaban autorizadas desde ayer para acoger a niños a partir de un año. Muchas privadas ya habían decidido no abrir porque no les salía a cuenta hacerlo para cinco niños por aula. En las públicas la situación era dispar porque algunos municipios decidieron abrir y otros no. En la de El Catllar, municipal, abrieron y acudieron seis niños. Dos de ellos eran los gemelos de tres años de Tere Galván, quien explicaba que había numerosas medidas de seguridad que les habían explicado previamente, como que los niños debían llevar unos zapatos para usar solo en el centro.
Los institutos también abrían a partir de ayer, aunque en la mayoría de los consultados los grupos de alumnos solo comenzaban a acudir presencialmente a sus centros a partir de hoy.
Ensayo general
Algunos directores consultados sobre la baja afluencia coincidían en que la reapertura, voluntaria para los alumnos, antes de que acabe el curso, es una especie de ensayo general para el inicio del curso próximo.
Josep Maria Prats, director de la Salle Reus (1.200 alumnos) donde acudieron 8 infantil y 7 de sexto de primaria también apuntaba que una de las razones de la baja afluencia podía ser que ya se había avanzado que no se adelantaría materia, lo cual habría desincentivado a las familias. Se explicó, además, que durante estos días se realizaría un acompañamiento emocional, algo que los padres también habrían asumido como algo «muy teórico».
En el caso de los niños más mayores señalaba Prats que tiene que ver con todo el esfuerzo que se ha hecho por poner en marcha la educación a distancia por medio de distintas plataformas. «Nos hemos reinventado», explicaba.
Josep Queraltó, director de la Escola Torreforta y representante de la junta de directores de Tarragona opinaba en la misma dirección, los centros y los docentes han hecho un gran esfuerzo para poner en marcha la enseñanza telemática. Respecto a la poca asistencia en infantil aclaraba simplemente que «somos trabajadores públicos y, como tal, hemos cumplido con lo que nos tocaba, que era abrir».