«Es duro admitir que has violentado a alguien que quieres»

Tarragona cuenta desde hace tres años con un servicio para los hombres que quieren aprender a actuar sin violencia. Así viven el proceso

23 noviembre 2024 20:14 | Actualizado a 25 noviembre 2024 07:00
Se lee en minutos
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Lluc Pagès es filósofo, educador social, máster en malos tratos y experto en masculinidades. Está al frente al Servei d’Atenció a Homes (SAH) de la ciudad de Tarragona desde hace dos años, y antes de ello trabajó en un servicio similar en Barcelona. Por eso hay que pensar que sabe de lo que habla cuando explica que «las mujeres llevan años tomando conciencia del machismo y trabajando para salirse de él, pero la otra mitad de la población no ha hecho su trabajo».

Justamente es desde el convencimiento de que no será posible acabar con la violencia machista sin el concurso de los hombres, como surgió en Tarragona el SAH, el único servicio público de sus características en el Camp de Tarragona. Está dirigido a hombres que quieran mejorar sus relaciones interpersonales y evitar el uso de cualquier forma de violencia.

Al servicio se puede acudir tanto por iniciativa propia como derivado de otros servicios como Servicios Sociales, centros sanitarios y educativos. No se trata, en todo caso, de un recurso donde intervenga la policía o los servicios de justicia.

La decisión de acudir es siempre voluntaria, lo que no quiere decir que sea fácil que quienes participan sean conscientes de la violencia que ejercen. Pagès, en sesiones individuales, trabaja con estos hombres en «un proceso de responsabilización consciente».

El primer año atendieron siete derivaciones, el segundo año 14 y en este 2024 llevan 26 y han realizado más de 150 entrevistas. Los hombres que han acudido tienen entre 15 y 72 años y son de orígenes culturales diversos. Cuando se le pregunta a Pagès que tienen en común dice que «el hecho de ser hombres y haber sido socializados como hombres».

Vergüenza y miedo

Pese a que los usuarios acuden por iniciativa propia, no es fácil que identifiquen sus conductas violentas porque la sociedad las ha naturalizado. «Cuando nos señalan una conducta violenta a nivel moral tenemos muchas resistencias a admitirlas, porque reconocer que hemos violentado a personas que queremos es algo que genera unas emociones que pasan por la vergüenza, la confusión, la culpabilidad, la tristeza, el miedo...»

De lo que se trata en estas sesiones es de que los usuarios tomen consciencia de las creencias latentes que tienen y el porqué de sus reacciones. A partir de allí elaboran estrategias para identificar comó reaccionan en determinadas circunstancias «y empezar a hacer ejercicios de conducta alternativa que lo preserven a uno mismo y a los demás de la violencia».

No se trata de un proceso sencillo ni rápido. Muchos dejan de acudir cuando se ha superado la crisis que los ha llevado hasta allí, aunque siempre tienen la puerta abierta para regresar.

Cuenta Pagès que quienes sí han completado el proceso dicen sentirse más seguros y aliviados. Relata que a uno de estos hombres a quien atendió durante un año le preguntó en qué creía que le había ayudado el servicio. La respuesta fue: «en no haber acabado en la cárcel» Y eso que es alguien que responde «al prototipo de ser una bellísima persona».

Además de estas intervenciones directas, el SAH ofrece formación a otros servicios municipales y comunitarios, así como a escuelas e institutos entre otros.

La concejala de Igualtat, Polítiques Feministes i LGTBI+Serveis, Cecilia Mangini, insiste en la importancia de servicios así: «La lucha contra la violencia machista es una lucha de absolutamente toda la sociedad y el papel de los de hombres en la erradicación de esta lacra es imprescindible, es una cuestión de corresponsabilidad y un elemento catalizador del cambio».

Comentarios
Multimedia Diari