Uno de los vecinos alertó a la Guàrdia Urbana. «Sabemos que hay un botellón, pero están por todas partes: en la playa, la plaza, la ITV… Intentamos controlarlos. Hacemos lo que podemos. Hemos enviado dos patrullas», fue la respuesta.
Sobre las 2 llegó un coche de la Guàrdia Urbana. Se limitó a parar en la calle con el rotativo encendido. No se bajó ningún agente. Los concentrados apenas se inmutaron. Poco después aparecieron dos furgonas de los Mossos d’Esquadra y los jóvenes se dispersaron hacia la zona más oscura del descampado.
Ninguno de los chavales llevaba mascarilla. Cabe recordar que el tapabocas no es necesario en exteriores siempre que se pueda mantener la distancia de seguridad interpersonal y no haya aglomeraciones. Esa noche no había distancia alguna y los grupos de gente se aglomeraban.
Con la aparición de la policía autonómica, casi todos los chicos y chicas se fueron. Sin embargo, una hora después de que se fueran los Mossos la fiesta resurgió. Unos 20 jóvenes se reunieron tras la ITV. También se oía ruido de música y gritos en la zona boscosa próxima a la ITV.
Un vecino critica que «todos hemos sido jóvenes, pero estas concentraciones sin medidas son peligrosas, aparte de que no respetan a los vecinos. La responsabilidad es de los chavales, por supuesto, pero también de los jueces que se creen epidemiólogos y suprimieron el toque de queda. Hubiera impedido la concentración de la noche del viernes y las anteriores. ¿Nosotros dictamos sentencias? No. Pues ¿por qué los jueces se creen más expertos que los propios expertos sanitarios? Sin olvidar que el alcalde no hace nada. Tampoco impedía los botellones de antes de la pandemia. Al final pagamos los mismos: los vecinos».