En un momento en el que el Ayuntamiento de Tarragona está estudiando al detalle todos los gastos e ingresos para cuadrar los números, una de las posibilidades que se ha puesto encima de la mesa es la de revisar el precio de las entradas para acceder a los monumentos. Habló sobre al respecto el concejal de Serveis Centrals, Jordi Fortuny, quien hace unas semanas en la tertulia de Tarragona Ràdio apuntó que se estaba estudiando la posibilidad de un incremento para autofinanciar el mantenimiento y conservación del patrimonio.
Según datos que expuso, el Ayuntamiento de Tarragona recauda unos 800.000 euros anuales en la venta de entradas. Una cifra que Fortuny aseguró que era «del todo insuficiente» para garantizar el mantenimiento y hacer inversiones. Estas declaraciones abren un debate que hasta el momento había permanecido aparcado y que tienen a ver con la gestión de los recintos que forman parte del conjunto Patrimonio de la Humanidad. Por un lado, el Ayuntamiento necesita explorar nuevas vías para obtener más recursos para seguir invirtiendo en la mejora y conservación de estos monumentos. Y, por el otro, está la pregunta sobre qué precio deben pagar los visitantes, teniendo en cuenta la experiencia que viven cuando acceden en los recintos. Y esta, a día de hoy, tiene un amplio margen de mejora. Este ha sido uno de los principales motivos por los que el Àrea de Patrimoni se ha resistido a hacer una revisión, acorde con las tarifas que se están pagando en otras ciudades.
Mérida es el ejemplo hacia el cual quiere avanzarse. Sin embargo, la gestión que hace esta ciudad de 60.000 habitantes poco tiene que ver con el modelo de Tarraco. La principal diferencia es que en este caso su conjunto monumental, que también es Patrimonio de la Humanidad, está gestionado desde el Consorcio de la Ciudad Monumental, Histórico-Artística y Arqueológica de Mérida. Este está integrado por la Junta de Extremadura, el Ministerio de Educación, la Diputación Provincial de Badajoz, la Asamblea de Extremadura y el Ayuntamiento de Mérida.
El organismo tiene como objetivo «la cooperación económica, técnica y administrativa entre las entidades que lo integran para la gestión, organización e intensificación de las actuaciones relativas a la conservación, restauración, acrecentamiento y revalorización de la riqueza arqueológica y monumental de la ciudad», según se expone.
El consorcio tiene una plantilla propia y un presupuesto propio, que en el año 2020 superó los 5,7 millones de euros, teniendo en cuenta que, antes de la pandemia, el 75% de los fondos que recibía esta entidad procedían de la venta de entradas. En los ejercicios posteriores, las administraciones incrementaron su aportación para compensar la caída de ingresos.
En Tarragona el modelo no tiene nada que ver y una de las principales diferencias es que no hay un consorcio que represente a todas las administraciones. El Museu d’Història de Tarragona (MHT) se encarga de la gestión de todos los recintos Patrimonio de la Humanidad –a excepción de la Necròpolis que lo hace la Generalitat– además de las casas Canals y Castellarnau. En cuanto al presupuesto y al personal, esto depende del Àrea de Patrimoni y, por tanto, la última decisión recae sobre el Ayuntamiento. Asimismo, los recursos obtenidos por la venta de entradas no los gestiona directamente el MHT, sino que se suman a los ingresos que llegan a las arcas públicas.
En 2019, cuando hubo el cambio de Gobierno, la inversión en la mejora del patrimonio se fijó como una prioridad. En aquellos momentos la concejal de Turisme, Laura Castel, abrió la puerta a establecer una tasa turística local para disponer de más recursos. Llegó la pandemia, que ahogó al turismo y meses más tarde Castel dejaba el Ayuntamiento de Tarragona, por lo que la propuesta se quedaba en agua de borrajas.
Ahora, cuando el ejercicio de cuadrar los presupuestos se ha complicado y la inversión que podría destinarse para mantenimiento es inferior a las necesidades existentes, aparecen las primeras voces que sondean esta opción. Sin embargo, el alcalde de Tarragona y responsable de Turisme, Pau Ricomà, afirma que «no hay nada concreto ni se ha hablado desde el Gobierno». Turisme, junto con Hisenda y Patrimoni no se han sentado para empezar a explorar esta opción, lo que, según el máximo responsable municipal, «requiere de un estudio calmado, que no se ha hecho».
El precio de la entrada sencilla es de 3,30 euros, aunque una de las modalidades más utilizadas es el billete conjunto para los cuatro monumentos Patrimonio de la Humanidad, que vale 7,40 euros. La normativa también establece varias exenciones, de forma que los menores de 16 años, docentes y grupos de escolares, entre otros, tienen el acceso gratuito. «Si las escuelas pagaran, aunque tan solo fuera un euro por niño, que tampoco es tanto, sería una inyección de dinero muy importante», indica Esther Fusté, guía turística de la ciudad. A lo largo del año pasan miles de escolares, que no pagan nada para entrar a un recinto que es Patrimonio de la Humanidad, en cambio la tarifa de los colegios para entrar a la Catedral es de tres euros, el mismo importe que se paga en Mérida.
«Desde mí punto de vista, la cultura tiene un precio y si queremos que en determinados días del año no esté todo cerrado, como pasó para el puente de la Purísima, hay que subir precios, porque sino esto es un pez que se muerde la cola», añade Fusté.
Democratizar el acceso o pagar para dar al patrimonio el valor que tiene es el eterno debate. El MHT facilita el acceso gratuito todos los martes de cada mes –de enero a mayo y de octubre a diciembre– para que el precio no suponga una barrera. Asimismo, las personas empadronadas en la ciudad tienen la opción de sacarse un abono anual para acceder a todos los recintos a un precio de 6,80 euros. En cambio, Mérida, que tiene unos precios más elevados ha optado por la gratuidad entre sus ciudadanos. «Es una cuestión de sostenibilidad. Seguramente no debería pasar todo el mundo y está claro que debería hacerse una campaña para que todos los tarraconenses se sacaran el carnet», opina Xavier Mejuto, de la empresa Itinere Turisme&Cultura.