El proceso participativo del Pla Integral de la Part Baixa hacía una radiografía elocuente: el 85% de los participantes considera que uno de los principales problemas del barrio son las aceras estrechas, mientras que las personas que se muestran ‘satisfechas’ o ‘muy satisfechas’ con la calidad del espacio público no alcanza el 5%.
Y cuando a estas personas se les preguntaba sobre las calles o plazas que necesitan mejoras para facilitar la movilidad a pie o en bicicleta, o que podrían peatonalizarse Apodaca aparecía en el top 3.
La degradación de este entorno es más que evidente. Y, al respecto, el Ayuntamiento de Tarragona asegura que ha dado los primeros paso para revertir esta situación. La administración local ya ha encargado la redacción del proyecto para una transformación urbanística integral que permita la revitalización de todo el eje desde la Rambla Nova a la Plaça dels Carros, el cual comprende las calles Unió y Apodaca, además de la Plaça Prim o de la Mitja Lluna.
«Es un eje estratégico de ciudad, ya que es la conexión entre la Part Baixa, la Illa Corsini y la Rambla Nova», asegura el concejal de Territori, Xavier Puig. Hay dos elementos de peso que se han tenido en cuenta. Por un lado, el peso comercial que tradicionalmente había tenido y que desde hace años entró en declive. Por el otro, el papel estratégico como conexión entre el centro propiamente dicho y la Part Baixa.
La reforma que quiere impulsarse tiene una línea muy clara: «Mucho más espacio para los viandantes». «Si va de coches la gente se va a Les Gavarres, para revitalizar el comercio de proximidad el centro debe poder competir en calidad del espacio público, y esto pasa por hacer que la gente pasee y que haya intercambios sociales porque es agradable estar en la calle», argumenta el responsable de urbanismo.
Suprimir carriles de circulación, las zonas de aparcamiento o dejar la calle íntegramente de bajada son otras de las opciones que están encima de la mesa. No obstante, uno de los puntos en los que se quiere poner especial interés es en la reforma de la plaza Prim.
«Hay el espacio suficiente como para inventarnos una gran plaza en medio de la ciudad maravillosa, que tendría un gran éxito y mucha vida, como Corsini ahora por las tardes», dice Puig. De hecho, las imágenes antiguas muestran como en el pasado delante de la iglesia de Sant Joan había una gran superficie abierta, que fue desapareciendo a medida que los coches se adueñaron del espacio público de la ciudad.
De momento, el estudio de Amàlia Jansà, Elisenda Rosàs y Edu Polo ya ha hecho el estudio histórico y arqueológico y, a partir de ahí, se ha dado luz verde a la redacción del proyecto de urbanización que ha empezado a hablarse tanto con las asociaciones vecinales de la Part Baixa, como de la zona centro. Asimismo, el Gobierno apunta que «no queremos que sea un proyecto desde arriba, sino que queremos hablarlo con los comerciantes para que pueda aterrizar a sus necesidades.
‘Revertir la degradación’
El alcalde de Tarragona, Pau Ricomà, asegura que la Part Baixa es «una prioridad para el Gobierno» y enfatiza que «se han invertido muchos esfuerzos en cambiar cosas fundamentales del barrio con el objetivo de revertir su degradación histórica».
Esta se pone especialmente de relieve en el tramo de Apodaca más próximo a la Plaça dels Carros. De hecho, si uno camina por allí verá que hasta el cruce con Santiyán todos los locales tienen la persiana bajada. En los 600 metros de longitud que mide la totalidad del eje hasta la Rambla Nova hay un total de 39 bajos vacíos.
Un eje de paso
«Hasta Governador González la gente todavía llega, pero después ya no baja», lamenta Imma Montfort Anglès, de la Rellotgeria i Joieria Anglès. Fundado en 1932 es uno de los negocios más antiguos de la calle Unió, por lo que esta familia ha vivido los años de esplendor y más tarde el deterioro.
Los comerciantes aseguran que los factores han sido varios: el paso soterrado de la Plaça dels Carros, la pasarela del Miracle y las escaleras mecánicas del Palau de Congressos, han hecho que la concurrencia haya ido disminuyendo poco a poco. «Entiendo que son ventajas y no podemos estar en contra de las escaleras mecánicas, pero económicamente no ha ido bien», afirma Montfort Anglès.
Esta lamenta que la ciudad «no tiene ni ha tenido nunca una política comercial» y que cuando cierra un local se acumula la suciedad, lo que incrementa la sensación de abandono y deterioro. Con todo, los comerciantes aseguran que este se ha convertido en un eje de paso. «Levantarlo no lo levantaremos», añade esta comerciante.
José María Martín abría la tienda de Manualidades y Juguetes Brico-Arte en el número 9 de la calle Apodaca en 1986. «Ahora no hay un alma y tan solo nos quedan un montón de locales cerrados. Todo se ha ido a las grandes superficies», considera. Martín afirma que hace falta «un buen lavado de cara». «Si pensáramos en algo más ambicioso, con buenas aceras y aprovechando el espacio seguro que favorecería bastante», asegura.