«Desde principios de año hemos notado un repunte de bajas laborales. No todas son fraude, pero cuando nos llaman para solicitar los servicios es que hay una sospecha fundada. En la mitad de los casos que hacemos se acaba hallando el engaño», explica Berto Burcet, de la agencia A-Pro, de detectives privados, en Tarragona.
En un escenario de récord de bajas laborales, las empresas buscan cómo desenmascarar prácticas indebidas. Desde el despacho Umbra en Tarragona también se ha percibido: «Hemos notado un aumento en los últimos cuatro o cinco meses. Cuando te llaman es porque algo saben ya en la empresa, les ha podido llegar por muchas vías, a través de algunos compañeros, por ejemplo».
Alrededor del 30% del volumen de actividad tiene que ver con cuestiones laborales. Hay varias casuísticas que se esconden detrás. «A veces la gente se pone de baja para forzar la salida de la empresa, como un mecanismo para presionar y que les echen. Puede haber una recuperación que se alarga más de la cuenta o a veces no hay ningún tipo de lesión ni de enfermedad, pero la persona investigada está trabajando ilegalmente en otro sitio, por ejemplo en algún negocio particular», indican desde este despacho.
La buena marcha del mercado laboral en algunos ámbitos es otro caldo de cultivo. «A veces hay mucha demanda de trabajo, y al empleado le compensa darse de baja e ir a otro sitio», aclaran desde Umbra. Joel Hurtado, detective privado en Tarragona, admite que «ya aumentó la contratación de este tipo de investigaciones durante la pandemia, pero desde hace aproximadamente un año hemos detectado que sigue creciendo».
Este profesional ofrece una explicación de las razones de este aumento: «Entendemos que viene motivado por el encarecimiento de alquileres e hipotecas, que obliga a personas afectadas a conseguir unos ingresos extra, aprovechando la baja para este fin».
Los fraudes más comunes son, según Hurtado, «la prolongación indebida de la enfermedad o lesión, con el objeto de seguir trabajando en B, en un negocio familiar, participar en competiciones deportivas o irse de vacaciones».
Control de las horas sindicales
El despacho ha registrado igualmente «un aumento importante de peticiones de empresas para el control de los representantes legales de los trabajadores», como pueden ser los sindicatos. También ahí los detectives tienen trabajo. «Prácticamente el 50% de los trabajadores que hemos investigado dedican las horas sindicales a asuntos personales o familiares», confiesa.
Hurtado desgrana que «nuestro cliente en investigaciones de bajas laborales fingidas son pequeñas y medianas empresas de las comarcas del Tarragonès, Baix Camp y Alt Camp o de otras comunidades que tienen aquí delegaciones».
José Luis González, un detective privado tarraconense ya jubilado, con 40 años de experiencia, relata que «cuando hay un aumento del absentismo lo notamos porque sube el trabajo, ya que nos contratan tanto empresas como mutuas, cuando ven, por ejemplo, que el proceso de recuperación de una lesión no es el adecuado ni el habitual y puede existir una baja fingida».
Por su experiencia, «el 90% de los casos que nos llegan tienen fraude detrás y nosotros tenemos que ayudar a comprobarlo». El surtido de casos es muy variopinto: «Dentro de la literatura del detective hay desde ciegos que en realidad no lo son, personas que van a la clínica cojeando y una vez salen caminan con normalidad o empleados que van en silla de ruedas pero que luego les pillas jugando a los bolos o a fútbol».
El trabajo de estos profesionales, complejo y sensible, es siempre muy acotado y siguiendo procedimientos éticos y controlados en la obtención de pruebas: «Nosotros solo documentamos con imágenes lo que hace la persona. En un juzgado somos un testigo más. No somos médicos. Documentamos acciones que son una prueba más para ver si alguien está cumpliendo con un proceso de recuperación o no», indica Burcet. La actividad está regulada por la Ley de Seguridad Privada. Es inspeccionada regularmente por la Policía Nacional, con el fin de evitar cualquier tipo de intrusismo.
Xavier Rigau, presidente de la Confederació Empresarial de la Província de Tarragona (CEPTA), resalta que «las empresas se enfocan en la persecución del absentismo, que cada día es un problema mayor» y añade: «Hay sectores más perjudicados. A veces afecta a empleos menos cualificados, en los que quizás el trabajador no tiene miedo de perder el puesto».
Según un informe de Randstad, con datos de la EPA, Catalunya ha aumentado en una décima su tasa de absentismo en el segundo trimestre del año, hasta situarse en el 6,3%. Este dato sitúa a Catalunya al mismo nivel que la media española,
Valentín Bote, director de Randstad Research, señala que «sigue la tendencia de crecimiento del absentismo laboral en España un año más, con un ligero crecimiento respecto al año anterior. Cabe destacar que un 23% de los que se ausentan del trabajo durante las horas pactadas no sufre ninguna incapacidad temporal como una enfermedad».
Un aumento del 27%
Cualquier indicador muestra esa dinámica alcista. En Tarragona, las bajas alcanzan registros históricos. En 2022 se tramitaron 51.535 permisos en las comarcas tarraconenses, un 27% más que en el año anterior, y un 74% respecto a 2019, antes de la pandemia. Hay que tener en cuenta que hay más trabajadores dados de alta en la Seguridad Social y, por tanto, proporcionalmente se dan más bajas.
Pero si consideramos la incidencia de las incapacidades temporales por cada 1.000 trabajadores también se percibe claramente ese aumento notorio. En 2022 hubo 52,47, el dato más elevado de toda la serie histórica, incluyendo ahí los balances que había en la burbuja inmobiliaria, con sus apabullantes cifras de empleo. La cifra aún ha seguido subiendo en 2023: 52,91.
Las causas son variadas. Una de ellas es el mismo progreso económico. El aumento de los permisos siempre acostumbra siempre a ir ligado a los ciclos de bonanza en el empleo. «Ese mal comportamiento se suele producir normalmente en etapas de expansión económica», apuntan desde la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo. Pero hay otros factores en liza, como los efectos de los problemas al alza de la salud mental o el tapón que generan las listas de espera sanitarias en ámbitos como la traumatología. Ese colapso alarga la duración de las bajas ante la tardanza en acceder a una operación.
Registro histórico de bajas médicas
La mayoría de los indicadores muestran una evolución al alza de las ausencia en el trabajo. Entre 2019 y 2022, los días de baja acumulados en la provincia han crecido un 63% y superaron el pasado año los 1,4 millones, según los datos de la Seguridad Social.
También han subido el número de procedimientos que estaban en vigor al final del periodo: en 2019 eran 2.599 y en 2022 fueron 4.393. Es un aumento del 69%. En lo que va de 2023 se ha alcanzado, con diferencia, el récord de prevalencia de bajas por cada 1.000 trabajadores, con 52,91.
Otros datos al respecto los ofrecen los diferentes estudios de la patronal del sector, la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT). En 2021, se dieron 86.817 bajas en Tarragona, que se dispararon a 123.865 en 2022, un 42% más. En 2019, hace cuatro años, el saldo se quedó en 98.711 procedimientos.
Otro indicador son las bajas que están en marcha al final del periodo. Entre 2019 y 2022 se han disparado un 69% en Tarragona. Un 64% de días de baja son de mujeres.