Cuando a Gerard Vinyals le preguntan qué le animó a contratar a Lhoussain Ounasser lo resume con un: «es que es un fuera de serie, no lo podíamos dejar escapar».
Vinyals es el gerente de Somec, una empresa de fabricación y reparación mecánica ubicada en el Polígon Riu Clar. Conoció a Lhoussain cuando llegó a hacer unas prácticas de Formación Profesional mientras estudiaba en el Institut Comte de Rius. «Enseguida te das cuenta de que es espabilado, pregunta cosas, está atento, se implica».
La sorpresa llegó cuando Vinyals le dijo que quería contratarlo y éste le explicó que estaba en España en situación irregular. Pese a que en un principio no sabía cómo hacerlo, Gerard preguntó y desde la gestoría con la que suele trabajar se encargaron de todo el proceso. La única dificultad fue que la incorporación tardó más de lo habitual porque había que hacer un pre-contrato; pero por lo demás no hubo ningún problema.
Explica Vinyals que el suyo es un trabajo muy exigente, tanto física como psicológicamente. Se dedican a la fabricación mecánica de piezas y a la reparación de equipos de distintas industrias como la petroquímica o la naval. «Hay que estar muy concentrado porque son materiales costosos y cualquier error lo pagas caro», señala.
Asegura que es un perfil profesional muy difícil de encontrar en el aspecto técnico pero también en lo que se refiere a la disposición al trabajo: «no encuentras gente que se quiera ensuciar». El ‘plus’ ha sido la parte humana: «Lhoussan es una bellísima persona y se ha integrado perfectamente».
Aprovechar las oportunidades
A Lhouissan lo encontramos concentrado en su puesto de trabajo analizando el plano de una pieza. Tiene 26 años y llegó a España con 20 después de un viaje en patera. Es de Marruecos y aunque cuando llegó ya era mayor de edad, tuvo la suerte de estar inicialmente en un centro para menores. Aprovechó todas las oportunidades que le dieron, aunque reconoce que es duro estar sin la familia y sin conocer el idioma. Primero hizo un programa de formación inicial (PFI) de jardinería, y después el grado medio de mecanizado que es el que le permitió hacer las prácticas.
Hoy está contento del cambio que ha dado su vida. Tener trabajo (lleva en la empresa dos años) le permite vivir de manera independiente y, sobre todo, no tener que pensar más en el tema de los papeles. Reconoce que de vez en cuando regresan a su cabeza los recuerdos de la patera, pero cada vez menos, «es pasado».
Cuando le preguntamos qué piensa sobre la llegada de jóvenes extranjeros a las costas españolas y cómo hay quien interesadamente lo relaciona con más niveles delincuencia responde con calma: «todos venimos a buscarnos la vida. Hay gente buena y gente mala en todas partes, eso no depende de donde seas».
Una posibilidad poco conocida
Explicar a las empresas que casos como el de Gerard y Lhouissan son perfectamente posibles desde el punto de vista legal, es justo el objetivo del programa ‘Obrint pas’ que ha puesto en marcha Cáritas Diocesana de Tarragona.
Ada Valios, responsable del área de ‘Empreses amb cor’ de la entidad, explica que uno de los principales miedos que expresan las empresas cuando se les habla de contratar a una persona en situación irregular es la posibilidad de estar cometiendo una ilegalidad y de tener problemas en una inspección de trabajo. «No es tanto una cuestión de prejuicios, sino de falta de información. Hay muchas fake news al respecto», señala.
Los técnicos del programa acompañan a la empresa y al futuro trabajador desde el primer momento hasta que ya se ha formalizado el contrato. La diferencia a la hora de contratar a una persona extranjera en esta situación consiste en que debe hacerse un pre-contrato. De los trámites se encarga el propio trabajador y no tienen ningún coste para la empresa. Este trámite es el que puede tardar unos tres meses, pero después el contrato no tiene ninguna diferencia al de cualquier otro empleado e incluye, por ejemplo, un período de prueba.
Hay que tener en cuenta, además, que la persona a contratar ya cumple una serie de requisitos como estar empadronada al menos tres años y tener conocimientos del idioma y del entorno. La entidad, de hecho, suele entrar en contacto con los candidatos a través de sus programas de inserción.
La otra pata del ‘Obrint pas’ es contactar con las empresas para detectar perfiles de difícil cobertura. «Para nosotros como entidad es mucho más fácil ir a tocar puertas», dice Valios.
Poco a poco se van viendo los frutos. El año pasado consiguieron la inserción de 13 personas. En lo que va de este año, aunque todavía no hay datos de contratación, han atendido ya a 69 personas (en todo el año pasado fueron 87) y explicado el proyecto a 12 empresas y dos patronales.
El seguimiento que hacen es muy positivo. En general, explica, las empresas ganan trabajadores motivados y que quieren permanecer en las organizaciones.
Por otra parte el impacto en los trabajadores y sus familias es evidente, comenzando por el hecho de que, por fin, pueden alquilar una vivienda de manera legal o el alivio de quitarse de encima el peso de los papeles.
El equipo del programa tiene un grupo Whats App. Es un trabajo de «picar mucha piedra», pero suelen compartir los mensajes de agradecimiento. Valios nos lee el último que han recibido: «Mañana iré a conocer la empresa, gracias y mil gracias».